Lavar muy bien las fresas, con suavidad, y secarlas con cuidado. Retirar el rabito y trocearlas, pesándolas ahora para obtener medio kilo. Triturar con un robot de cocina, picadora o procesador de alimentos, hasta tener un puré sin grumos de fruta.
Incorporar el queso fresco batido desnatado, escurrido, y triturar un poco más para mezclar. Se puede usar también yogur griego natural -o yogur normal natural, pero que sea cremoso-.
Combinar el agar-agar y calentar en un cazo a fuego suave, hasta justo llevar a ebullición. Remover bien y repartir en moldes, vasitos o un gran molde grande. Esperar a que enfríe un poco y llevar a la nevera, donde tendrá que reposar como mínimo dos horas.
Nota: es importante leer bien las instrucciones del agar-agar, ya que cada marca puede dar indicaciones distintas. Se puede sustituir por 9 hojas de gelatina en láminas o gelatina neutra en polvo. Queremos una textura cremosa, no gelatinosa, por eso no es recomendable usar más de 2 g.
Con qué acompañar la mousse de fresas
Esta mousse de fresas y queso fresco se puede servir con fruta fresca de temporada, decorando con alguna fresa bien presentada, frutos rojos o unas hojas de menta. En días más cálidos sienta muy bien como postre fresco, aunque también es perfecto para tomar a media mañana o de merienda, ya que es un bocado ligero pero saciante.