Me doy cuenta de que hay algunas diferencias entre los 25 y los 40. Y probablemente muchas diferencias entre los 25 y los 50, pero no tantas como se podría pensar, especialmente si se tiene al menos 10 años de experiencia en el entrenamiento. Te vas dando cuenta sobre ello a medida que pasa el tiempo. Lo único que se nota es el historial de lesiones previas que acarreas con el tiempo.
Pero no puedes entrenar duro si el mero hecho de ponerte los pantalones te hace resoplar. Tienes que hacer cardio o acondicionamiento metabólico o cualquier término con el que te sientas cómodo. ¿Cómo esperas trabajar duro si tus pulmones no tienen la capacidad de seguir adelante?
Además, tus baterías celulares, las mitocondrias, empiezan a desgastarse, se vuelven perezosas, se toman unas largas vacaciones en Cabo o mueren a medida que envejeces. Necesitan una patada en los pantalones para que se multipliquen, y eso es lo que proporciona el ejercicio intenso. Pero no temas, porque no tienes que dedicar horas y horas a todo ese tedioso y convencional entrenamiento aeróbico en el que te sientas en una bicicleta estática durante una hora mientras tu próstata se hincha hasta alcanzar el tamaño de pelotas de baloncesto.
OPCIONES QUE NO SON HORRENDAS
Al menos tres veces a la semana, súbete a la cinta de correr, al remo o a la bicicleta estática durante unos míseros 10 minutos para realizar un entrenamiento tipo HIIT. Céntrate en esfuerzos de 20 segundos, seguidos de 60 segundos de «recuperación activa».
En una cinta de correr, eso podría significar poner la velocidad a unos tranquilos 5 kilómetros por hora y luego subirla tan rápido como te permitan tus piernas durante unos 20 segundos, después de lo cual volverías a bajar el nivel a 3 durante un minuto o dos antes de hacer otra ronda.
Puedes hacer lo mismo en una bicicleta estática o en un remo, o tal vez prefieras hacer sprints cortos seguidos de periodos de recuperación caminando. También puedes aumentar la inclinación de la cinta de correr hasta el nivel del Himalaya, o hasta donde llegue, y subir la cuesta, como un sherpa, durante 30 o 60 segundos antes de volver a ponerla a cero.
Se ha demostrado que este tipo de entrenamiento aumenta las mitocondrias. Eso, unido al aumento de la resistencia que experimentarás, te permitirá levantar todo lo que necesites.