Los productos ultraprocesados, sobre todo los que están llenos de azúcar están fabricados específicamente para que sean apetecibles y gratificantes.
Sin embargo, el consumo excesivo de azúcar puede desencadenar adaptaciones neurológicas en el sistema de recompensa que desvinculan el comportamiento alimentario de las necesidades calóricas y conducen a comer en exceso.
El azúcar generalmente se refiere a una categoría de carbohidratos simples que incluye monosacáridos como la fructosa (no tiene nada que ver la fructosa añadida con la fructosa de la fruta) y la glucosa y disacáridos, como la sacarosa y la lactosa, que tienen diferentes efectos en el cuerpo y el cerebro.
Los últimos años han estado marcados por una creciente conciencia de los efectos perjudiciales del consumo excesivo de azúcar. A partir de 2015, la Organización Mundial de la Salud recomienda reducir el azúcar añadido a menos del 5 % de la ingesta calórica diaria para reducir el riesgo de aumento de peso no saludable y obesidad.
Por otro lado, parece que el alto consumo de azúcar es un factor de riesgo muy importante del síndrome metabólico (una combinación de factores de riesgo como presión arterial alta, triglicéridos altos, glucosa en sangre alta en ayunas, etc.) que aumenta la probabilidad de enfermedad cardiovascular, diabetes mellitus tipo 2 e hígado graso no alcohólico.
Otra investigación ha mostrado que el azúcar puede ser una sustancia potencialmente adictiva. Sin embargo, el público todavía está inundado de mensajes contradictorios de la publicidad, las organizaciones de salud y la prensa popular sobre el impacto del azúcar en la salud.
Cómo afecta el azúcar al cerebro
Más allá del aumento de peso y la obesidad, otras enfermedades están relacionadas con la vía metabólica del azúcar.
La glucosa y la fructosa tienen impactos diferentes en el cerebro. En comparación con otros órganos, el cerebro tiene requisitos de energía muy desproporcionados en relación con su peso. Las neuronas tienen una demanda de energía especialmente alta.
Hay dos aspectos principales gratificantes del consumo de azúcar: la nutrición y el sabor. Los estudios con roedores han indicado que estos dos aspectos son distintos y disociables, y pueden seguir diferentes vías.
El valor de recompensa nutritiva del azúcar está asociado con aumentos en la liberación de dopamina. El dulce sabor del azúcar también es gratificante, ofreciendo una explicación de por qué los azúcares artificiales como la sucralosa todavía se consumen a pesar de su falta de valor nutritivo.
Y no solo con roedores, sino que se ha visto que las personas recurren mucho a este tipo de productos ultraprocesados como vía de escape y recompensa fácil.
Es una manera de automedicarse, de la misma manera que hay personas que se automedican yendo al gimnasio, saliendo a correr, jugar a videojuegos, etc.
Hay investigaciones que han relacionado la adicción a los productos ultraprocesados como una droga. Por una parte tienen razón ya que, aunque los efectos no sean tan inmediatos, hay más muertes por sedentarismo y mala dieta que por drogas cada año.
Azúcar y enfermedades metabólicas
El azúcar promueve el equilibrio energético positivo, por lo tanto, el peso corporal y el aumento de grasa provocan una desregulación del metabolismo de los lípidos y los carbohidratos.
La prevalencia del síndrome metabólico, las enfermedades cardiovasculares y la diabetes tipo 2 están fuertemente asociadas a la presencia de sobrepeso y obesidad.
Existe considerable evidencia epidemiológica que sugiere que la ingesta de azúcares añadidos y/o bebidas azucaradas está asociada con la presencia de niveles desfavorables de lípidos, resistencia a la insulina, hígado graso, DMT2, enfermedad cardiovascular (ECV), síndrome metabólico, adiposidad visceral e hiperuricemia.
Es importante aclarar que reducir el consumo de azúcar no es beneficioso únicamente por disminuir su ingesta, sino también porque incluimos otro tipo de alimentos como las verduras y frutas.
En el momento en que dejamos de consumir azúcar, que es un producto muy denso calóricamente y que no sacia absolutamente nada, suceden varias cosas.
Se reducen nuestros niveles de insulina
La insulina por sí sola no es mala, de hecho, es fundamental para la vida. El problema viene cuando tenemos unos niveles de insulina crónicamente altos, haciendo que tengamos problemas a nivel cardiovascular, hepáticos, etc.
Reducir la ingesta de azúcar hará que los niveles de glucosa e insulina que tengamos en sangre disminuyan, provocando que haya una cascada de beneficios que podemos ver más o menos rápido.
Disminuye nuestro riesgo cardiovascular
Uno de los mayores problemas que tienen las personas en cuanto al riesgo cardiovascular son los altos niveles de colesterol y de azúcar. Aunque no haya un consumo alto de colesterol, este se puede formar a partir de la glucosa, por lo que tener altos niveles de esta, sin duda aumenta nuestro riesgo cardiovascular.
Además, altos niveles de glucosa e insulina están relacionados con el aumento de peso e hipertensión, que son otros dos factores de riesgo para desarrollar este tipo de enfermedades.
Disminución de la grasa visceral
La grasa visceral podríamos decir que es aquella que se acumula en los órganos, generando daños en ellos. Probablemente, los depósitos más famosos y que la gente conoce sea en el corazón y en el hígado.
Un aumento de la grasa en el hígado por un consumo excesivo de azúcar (también llamado hígado graso no alcohólico) puede generar una cirrosis si no se revierte a tiempo, ocasionando gravísimos problemas de salud en las personas.
Disminución del peso corporal
Como se ha comentado anteriormente, uno de los problemas del azúcar es que tiene una alta densidad calórica y una pobre capacidad de saciar. Esto hace que, además de consumir altas cantidad de azúcar, consumamos otro tipo de productos porque este último no nos ha saciado, aumentando nuestra ingesta calórica por mucho.
Por lo tanto, reducir la ingesta de azúcar y sustituirla por frutas, verduras, legumbres, hará que comamos muchísimas menos calorías y ganaremos en salud ya que los productos vegetales están cargados de vitaminas, minerales y fitonutrientes.
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