Son muchas las diferencias que existen entre estar nervioso y tener ansiedad. La principal está en cómo afecta a nuestra vida pues puede decirse que el nerviosismo es útil y sirve para adaptarse a una situación, mientras que la ansiedad puede llegar a limitarla al vernos rodeados de un miedo irracional, excesivo y muchas veces constante o permanente.
Los especialistas definen los nervios como una reacción que se presenta ante algún acontecimiento o evento de cierta relevancia – por ejemplo un examen, hacer una presentación en público, una reunión importante, una boda… – ante el que el cuerpo se activa para poder afrontarlo con éxito. Esta activación serían los nervios.
Por su parte, la ansiedad es una respuesta fisiológica de alarma y se debería de dar ante situaciones de amenaza o cierto peligro real. El grado de activación es alto para poder escapar o luchar ante esta amenaza real, por lo tanto, es una emoción útil en estos casos (ansiedad normal). Sin embargo, en los trastornos de ansiedad (ansiedad patológica) se convierte en todo lo contrario ya que estamos excesivamente activados ante situaciones cotidianas percibiéndolas como peligrosas. Algo que nos perjudica seriamente.
¿Cómo diferenciar entonces un estado nervioso de otro ansioso? Estas son algunas de las principales divergencias:
– El origen del nerviosismo o del estrés siempre es claramente identificable. Se da sí o sí una situación ante la que la persona se siente superada y que produce esa respuesta nerviosa. En origen de la ansiedad es mucho más difuso. Una persona puede experimentar miedo o sentirse amenazada pero no tiene por qué idenficar cuál es el origen de ese malestar.
– En el nerviosismo los factores que originan el estrés son externos. En el caso de la ansiedad los factores son internos: preocupación, anticipación de eventos improbables, pensamientos catastróficos…
– En el estrés la emoción que predomina es la preocupación en torno a la situación que provoca el nerviosismo (por ejemplo un examen de conducir). En la ansiedad, por su parte, la emoción que predomina es el miedo a que algo malo suceda, lo que lleva a la persona a anticipar situaciones negativas.
– El nerviosismo tiene una duración concreta, finaliza cuando la situación que provoca el estrés desaparece o se supera (por ejemplo, tras examinarse del carnet de conducir). Sin embargo, la ansiedad tiende a prolongarse en el tiempo porque está asociada a pensamientos irracionales en torno a una idea.
– Por otro lado, el estrés o nerviosismo se sitúa en el presente, en esa situación que lo provoca. Por su parte la ansiedad se sitúa en el futuro, en la anticipación característica del pensamiento catastrófico.
– En el nerviosismo la intensidad de los síntomas están acordes con la situación que lo provocan pero en la ansiedad la intensidad es irracional y desproporcionada ya que se debe a factores completamente subjetivos.
– Para que la preocupación sea considerada una señal de trastorno de ansiedad generalizada, debe estar presente la mayoría de los días por al menos seis meses y ser difícil de controlar. Además, también debe ser grave e intrusiva, afectando la habilidad de concentrarse y realizar las tareas diarias.
– Cuando alguien se siente ansioso se suelen desencadenar toda una serie de efectos en todo el cuerpo: pulso acelerado, palmas de las manos sudorosas, temblores, boca seca, aumento del ritmo cardíaco…
– Por último, la gravedad de la ansiedad siempre es mayor que la del nerviosismo ya que puede provocar trastornos psicológicos como ataques de pánico, fobias, hipocondrías, trastorno obsesivo-compulsivo…