Las mascotas son parte de muchas familias, y constituyen unos compañeros imprescindibles. Sin embargo, y aunque es poco probable, en ocasiones su proximidad puede facilitar la transmisión de enfermedades entre ellas y las personas (o al revés). Por ello, es vital cumplir con las normativas en cuanto a salud animal, destinadas a proteger tanto nuestro bienestar como el de nuestros amigos de otras especies.
¿Qué es la leishmaniosis?
Un caso que ilustra esta necesidad es la leishmaniosis o leishmaniasis. Se trata de una enfermedad infecciosa causada por los protozoos del género Leishmania y afecta tanto a perros como a humanos, pudiendo causar cuadros graves en ambos.
Entre las dos especies, se transmite a través de un vector, que son los flebótomos: pequeños insectos alados y hematófagos (que se alimentan de sangre) que recuerdan a mosquitos.
¿Cuáles son sus síntomas?
La leishmaniosis puede tomar dos formas: cutánea y visceral. En el primer supuesto, se caracteriza por la aparición de una pápula eritematosa que crece y se ulcera, generando una costra de exudado. Las lesiones, normalmente una o dos, aparecen en la cara, las manos o las piernas. Se cura por sí sola en un lapso de meses, dejando a menudo una cicatriz.
La segunda variante es la leishmaniosis visceral, más peligrosa. Causa fiebres altas con debilidad y anorexia, y en ocasiones molestias abdominales, sudores fríos, piel escamosa, pérdida de peso, hapatomegalia, esplenomegalia y daños en el sistema inmunológico que pueden llevar a la aparición de infecciones oportunistas. Esta forma, por este último motivo, presenta una mortalidad relativamente elevada aún con tratamiento.
¿Cómo se trata?
El tratamiento de la enfermedad depende de factores como su forma clínica y la especie concreta del parásito.
Por ejemplo, las lesiones pequeñas en la variante cutánea suelen extirparse con cirugía, lo que reduce las probabilidades de que quede una cicatriz, o mediante técnicas como termoterapia, electroterapia o crioterapia.
En cambio, la forma visceral requiere el uso de fármacos como el antimonio pentavalente por vía intravenosa. Cabe destacar, no obstante, que en tiempos recientes se han reportado, en algunas zonas en gran proporción, casos resistentes a este tratamiento.