Esta psicóloga especializada en sexología clínica, terapia de parejas y sex coach lleva años demostrando que Instagram puede ser un estupendo vehículo para la divulgación de este tipo de contenidos y para concienciar sobre lo que deben ser las verdaderas relaciones sanas. Sus más de 260.000 seguidores lo corroboran.
Tras la publicación de Ama tu sexo e Inteligencia sexual, María Esclapez presenta su nuevo libro Me quiero, te quiero (Bruguera, 2022), una guía clara y amena – como sus propias publicaciones en redes sociales– que insiste en la necesidad de aprender a quererse y valorarse primero a uno mismo para tener buenas relaciones (y no solo de pareja) con los demás.
A través de la teoría pero también de su propia experiencia y la de sus pacientes, gráficos, ejercicios prácticos y conversaciones de WhatsApp con ejemplos basados en casos reales aborda asuntos tan importantes como las relaciones tóxicas, la dependencia emocional, las fases de amor, los mitos del amor romántico, los celos, la responsabilidad afectiva o los abusos emocionales. De todos estos temas hablamos también en esta entrevista exclusiva para 20Minutos.
¿Me quiero, te quiero es un libro sobre relaciones de pareja o puede ayudarnos también a gestionar otro tipo de relaciones interpersonales?
Puede ayudarnos también a gestionar otro tipo de relaciones interpersonales porque al final de lo que habla el libro es de vínculos. Es verdad que me centro mucho en hablar de las relaciones de pareja pero si prestamos atención podemos ver que muchas de las estrategias y conceptos que se explican pueden aparecer en cualquier tipo de relación ya sea de amistad, de familia… Aunque está enfocado a las relaciones de pareja los propios lectores me comentan que se puede aplicar a cualquier tipo de vínculo y relación porque no dejan de ser las mismas dinámicas las que aparecen en todas ellas.
“El amor romántico no deja de ser un modelo que habla de sacrificio y el amor se trabaja, la relación requiere esfuerzo, pero no es sacrificio”
En el libro haces un repaso de los distintos mitos del amor romántico. ¿Por qué es tan necesario desmontarlos de una vez por todas? ¿En qué nos siguen perjudicando a hombres y mujeres?
Los mitos del amor romántico son el caldo de cultivo, entre otras cosas, de las relaciones tóxicas y dependientes. Nos siguen perjudicando porque generan expectativas muy idealizadas acerca de lo que ha de ser una relación de pareja, acerca de lo que he de sentir, he de vivir o he de pensar dentro de una relación de pareja o acerca de lo que he de esperar de una relación. Son mitos, como su propio nombre indica, y perjudican más que ayudan porque además el amor romántico no deja de ser un modelo que habla de sacrificio y el amor se trabaja, la relación requiere esfuerzo pero no es sacrificio.
Hay dos mitos que para mí son los más importantes y los que más se repiten. Uno es el mito de los celos, de que si sientes celos es porque quieres a la otra persona y porque te importa pero nada más lejos de la realidad. Querer a alguien y tener celos no implica querer más a alguien. Esto no tiene ningún tipo de lógica pero lo hemos asociado porque el amor romántico lleva esta idea implícita.
Luego otro mito muy común es el del príncipe azul, que implica que si encuentras a tu media naranja has encontrado al salvador o salvadora y que vas a ser feliz porque esta persona te va a traer la felicidad. Porque previamente tú has tenido algo de felicidad pero no tanta como si tienes una pareja, que es la meta más importante de tu vida. Evidentemente esto lo digo desde el punto de vista irónico porque es lo que representan estos mitos que no tienen nada que ver con la realidad.
“Si entiendo que mi pareja es responsable de mi felicidad le estoy cediendo una responsabilidad que no le pertenece”
Si consideramos que una persona me ha de traer la felicidad cuando esa relación esté ya afianzada yo voy a entender que mi pareja es responsable de mi felicidad con lo cual estoy cediendo una responsabilidad que no le pertenece. Por supuesto, puede alimentar la felicidad pero, por una parte, no depende de esta persona tu completa felicidad y, por otra, en el caso de que la relación salga mal vamos a entender que esa persona se lleva tu felicidad consigo por lo que te va a costar más romper una relación y probablemente durante la relación genere una dependencia.
Por lo tanto, es importante deconstruir estos mitos, señalarlos y ver hasta qué punto nos están condicionando porque perjudican a hombre y mujeres, perjudican sus relaciones y no muestran una visión sana de ellas sino todo lo contrario.
No solo utilizas tus conocimientos como terapeuta sino también tus propias experiencias personales en relaciones de dependencia emocional. ¿De qué manera te ayuda esto a conectar con el lector?
Cuando escribí este libro lo escribí desde lo que yo sentía, se puede decir que lo escribí desde el corazón. A pesar de empezar a escribir la teoría al haberlo vivido también me removía y era incapaz de no contar algo desde mi propio punto de vista personal porque pasaban imágenes por mi cabeza y me decía: ¿por qué no lo voy a poner? Ser psicóloga o saber del tema no te libra de esto.
“Ser psicóloga no te libra de las relaciones dependientes. Para mí es importante que el lector sienta que no está solo y que esto le puede pasar a cualquiera”
Evidentemente cuando yo pasé por todo ello no sabía nada de lo que sé ahora pero sí que fui víctima de este tipo de relaciones. Uno escribe pensando en lo útil que puede ser esto a la persona que lo vaya a leer y para mí es importante que el lector sienta que no está solo y que vea que esto le puede pasar a cualquiera. Que vea que a pesar de que pase el tiempo uno se puede sentir culpable y que sí hay una manera de perdonarse trabajando desde la compasión. Incluso a futuro se puede trabajar de una manera que tú digas: ‘esto le ha pasado a María, también me ha pasado a mí (o no) pero para que no me pase si alguna vez me siento así o si alguna vez observo esto que está contando podré activar mi alarma ante este tipo de situaciones’.
Muchos lectores me cuentan que han pasado situaciones parecidas y ver que se sienten identificados me hace sentir también esa conexión con ellos. Y me pasa también con mis pacientes: siento que yo también he pasado por ahí solo que ahora tengo una visión totalmente diferente porque no lo estoy viviendo, sé lo que es pasarlo y cuento con todo lo que yo he aprendido de esas vivencias y a nivel teórico. Cuando a mí me pasaron esas cosas estudiaba Psicología o era ya psicóloga pero no sabía nada de relaciones dependientes o de estas formas de manipular que aparecen en el libro. Lo que busco con este libro es que al lector le pase lo que me pasó a mí hace años, que es estar leyendo un libro y decir ‘esta soy yo’ o ‘este es mi ex’. Ahora sé lo que tengo, sé lo que tuve y sé lo que no quiero tener y aquí voy a empezar a poner unos límites para que cambien sus vidas.
“Se trata de saber quién eres, lo que quieres, lo que no quieres… Todas estas cosas son esenciales para poder establecer vínculos sanos con los demás”
El leitmotiv sobre el que gira el libro es el de tener una buena relación con uno mismo para aprender a construir relaciones sanas con los demás. ¿Cuáles son los pasos esenciales para lograrlo?
Trabajar en uno/a mismo/a es súper importante porque al final se trata de saber quién eres, saber lo que quieres, lo que no quieres… todo esto forma parte del autoconocimiento. Todas estas cosas son esenciales para poder establecer vínculos sanos con los demás porque en el momento que empiezas a conocerte a ti mismo, a averiguar dónde vas a poner los límites, qué es lo que no vas a tolerar, cómo se representan las emociones y cómo vas a trabajarlas cuando se presenten en las relaciones… todo eso te va a permitir tener esas relaciones sanas.
Si uno aprende a quererse a sí mismo, ¿es más fácil huir de las personas con comportamientos tóxicos o es posible seguir cayendo en su tela de araña?
Nadie está libre de caer en una relación dependiente pero es verdad que las probabilidades siempre son menores cuando te conoces a ti mismo, cuando te quieres, cuando sabes poner límites y, sobre todo, cuando aprendes a identificar aquellas cosas que dabas por normalizadas o que se disfrazaban de amor y dices ‘por aquí no voy a pasar’. Aún así, al final la vida tiene más variables y no quiere decir que por trabajarlo ya nunca vayas a tener una relación dependiente pero desde luego serán muchísimo más difícil y la probabilidad será mucho más pequeña.
“La responsabilidad afectiva quiere decir que no puedes hacer lo que te dé la gana en una relación. Cada vez que hagas una cosa habrá consecuencias para la otra persona”
¿Cómo se consigue ser responsable afectivamente? ¿Qué puntos debemos trabajar?
Lo primero es comprender qué es la responsabilidad afectiva. La responsabilidad afectiva quiere decir que no puedes hacer lo que te dé la gana en una relación, entendiendo hacer lo que te dé la gana como que cada vez que hagas una cosa siempre habrá unas consecuencias para la otra persona. Tenemos que ser empáticos, tener en cuenta que hay otra persona al lado, que si hacemos una cosa puede afectarle de esta manera y si no sé cómo le va a afectar tengo que preguntar. Ser responsable con la persona que tienes al lado y con tu compromiso con ella y saber que en cada cosa que hagas o que digas va a haber otra persona a tu lado que también va a vivir esa situación. Es verdad que todos tenemos una parte más individual pero recuerda siempre que también tienes una relación de pareja. De ahí surgen las necesidades de comunicación, de negociación, de empatía, de respeto y de compromiso.
“Vivir en un eterno enamoramiento no es normal y no es sano tampoco”
¿Por qué es importante asumir que el amor pasa por diferentes fases y desmontar la idea del eterno enamoramiento? ¿Conseguiremos así relaciones más sanas y realistas?
El amor como digo en el libro tiene cuatro fases: atracción, enamoramiento, desencanto y amor real o amor maduro. Mucha gente se queda estancada mentalmente en la segunda fase porque fisiológicamente esa fase al final desaparece, entramos en la fase de habituación. Pero es verdad que mentalmente hay mucha gente que dice: ‘es que yo quiero estar como antes, como al principio’. Pues eso es imposible, se puede trabajar la relación, se puede crear una relación sólida, se puede generar comunicación, por supuesto, pero vivir en un eterno enamoramiento no es normal y no es sano tampoco. Porque si alargásemos todo ese subidón fisiológico, cognitivo, emocional… durante toda la vida muy probablemente enfermaríamos porque es como si el cuerpo estuviera estresado de tanta agitación.
El enamoramiento está bien, es una fase que tiene que ocurrir pero al final todo pasa y además tiene que pasar. Así es la evolución de las relaciones. Si desmontáramos esta idea de ‘para siempre’ en cuanto al enamoramiento conseguiríamos trabajar un ‘para siempre’ en cuanto al amor sólido, que es un amor construido, trabajado, sano, realista y no es ni mejor ni peor. De hec’o me atrevería a decir que es hasta mejor pero no se puede comparar porque son dos cosas diferentes. El enamoramiento está bien pero se acaba porque empieza algo más sólido y quizás no con tanta intensidad pero sí muy bonito también.
“Los celos se pueden sentir porque son una emoción. La diferencia está entre gestionarlos bien o mal”
En el libro hablas de los celos como una emoción a trabajar pero sin estigmatizarlos. ¿Cuál es la gran diferencia entre sentirlos y aprender a gestionarlos bien?
Es que te diría que no hay diferencia, se pueden sentir y se pueden gestionar bien. La diferencia está entre gestionarlos bien o mal. Al final los celos son una emoción, aparece cuando aparece, en cada uno pues según lo que interpreta de las relaciones. Es verdad que si mi relación está basada en los mitos del amor romántico pues a lo mejor los celos aparecen más porque los estoy reforzando con esa idea de ‘si tengo celos es porque te quiero’. Pero al final los celos son una emoción, las emociones aparecen de una manera inconsciente, no se puede controlar su aparición pero sí podemos gestionar ese sentimiento o esa emoción como tal.
Si yo gestiono los celos desde el control, desde la exigencia, desde la agresividad, desde el ‘dame explicaciones’… desde luego no estamos haciendo una buena gestión ni estamos teniendo en cuenta la responsabilidad afectiva de ninguna persona de la relación. ¿Se pueden sentir celos? Se pueden sentir celos pero hay que gestionarlos bien, tenemos que hacer cierta introspección, averiguar de dónde vienen, saber que son una emoción secundaria que vienen de las emociones ira y miedo. Aquí tenemos unas pistas, la primera pregunta que debemos hacernos es: ‘¿A qué tengo miedo? ¿Ante qué estoy reaccionando? ¿Por qué me siento amenazado?’ Y a partir de ahí hacer un trabajo personal. Una vez hecho este trabajo personal yo soy partidaria de comunicarlo a la pareja: ‘Oye mira, ante esta situación he sentido esta emoción, me he hecho estas preguntas y me gustaría hablarlo contigo para ver qué opinas y para saber cuál es tu punto de vista porque a mí realmente es una situación que me preocupa’. No es lo mismo plantearlo así que plantearlo desde el control que es mucho más agresivo, por ejemplo: ‘no vas a quedar más con esa persona porque si me quieres realmente estarías conmigo’.
“¿Tienes derecho a enfadarte con tu pareja? Por supuesto, pero no puedes tratarla como si no existiera porque le harás un daño irreparable”
En Me quiero, te quiero señalas también la importancia aprender a identificar los abusos emocionales. Me gustaría que nos dieras algunas pinceladas sobre alguno de los más importantes como ‘la ley del hielo’ o el gaslighting.
La ley del hielo ocurre cuando, vamos a poner por caso, dos personas tienen una discusión y una de ellas entiende que la otra ha hecho algo mal y a modo de castigo ejerce una ‘ley del hielo’ que no es más que una conducta pasiva-agresiva que consiste en pasar olímpicamente del otro. O sea, hago como que no existes, no te hablo, no voy a los planes a los que me había comprometido contigo previamente, paso por tu lado y ni te miro, no te contesto a los whatssapp… En fin, comportarse de una manera muy fría con la otra persona como si no tuvieras absolutamente nada que ver. Eso también es faltar a la responsabilidad afectiva. Porque la responsabilidad afectiva es que aunque tú te enfades con la otra persona sepas y entiendas que sigues manteniendo una relación con ella y que por lo menos tienes que seguir tratando con esa persona de una manera educada hasta que ese problema se resuelva. ¿Tienes derecho a enfadarte con tu pareja? Por supuesto, pero no puedes tratarla como si no existiera porque entonces le estás haciendo un daño que es irreparable. A lo mejor el problema que tienes se puede solucionar hablando pero ese daño emocional que tú estás haciendo es un castigo y los castigos no funcionan nunca, ni con los niños ni con los adultos.
“Hay situaciones de ‘gaslighting’ en la pareja que son muy invalidantes y que logran manipular enormemente a la otra persona”
El gaslighting es también una forma de abuso emocional que consiste en hacerle creer a la otra persona que lo que dice o lo que piensa no es real, hacerle dudar de su cordura. Muchas veces lo llevamos a cabo a modo de invalidación emocional o directamente con frases como ‘estás loca/a’, ‘esto no ha pasado’, ‘te lo estás inventando’, ‘esto no es así’… Tú puedes discrepar con según que circunstancias pero hay situaciones de gaslighting que son muy invalidantes y que logran manipular a la otra persona porque llega a pensar ‘a ver si voy a ser yo la que está interpretando la situación de otra manera’ o ‘a ver si todo esto va a ser por mi culpa’.
“Lo que me interesa con mis publicaciones en Instagram es deconstruir este tipo de comportamientos para que podamos tener relaciones sanas”
Tienes miles de seguidores en Instagram, ¿qué ha supuesto para ti esta red social como vehículo de comunicación y difusión de contenidos?
Para mí Instagram lo ha supuesto todo porque realmente no empecé en esta red social sino en un blog. Me apetecía mucho compartir las cosas que yo sabía o que iba aprendiendo por el camino de mi propio aprendizaje y al final me fui especializando en relaciones de pareja, sexualidad… empecé a divulgarlo por Instagram y encontré formas de llegar al público. Vi que las publicaciones que yo hacía llegaban a un gran número de personas y que a esas personas les gustaban o generaban debates interesantes. Me di cuenta de que realmente la gente necesitaba hablar de todas esas cosas que yo estaba contando. Eso fue mi motor para seguir haciendo ese trabajo. Gracias a él he conseguido generar una comunidad amplia y lo hago por pura vocación porque nadie me patrocina mis posts. Lo que me interesa realmente es que todo esto se deconstruya y podamos tener relaciones sanas. La gratitud para mí ya es una forma de pago. Cuando la gente te cuenta sus casos, ves que el mensaje está llegando y es lo más gratificante. De siete lectores con los que empecé he llegado a 260.000 y ellos, además, pueden compartir ese mensaje con más personas.