La psiquiatra Amanda Rodríguez-Urrutia afirma que algunos tipos de depresión común podrían tener su origen en la alteración de la microbiota intestinal. “Hay depresiones que empiezan en el sistema digestivo, por una gastroenteritis”, asegura la especialista quien aboga por “salir del cerebro para saber qué está pasando con las enfermedades mentales”.
La psiquiatra Amanda Rodríguez-Urrutia, del Servicio de Salud mental del Hospiutal Vall d’Hebron de Barcelona, autora de “Siente lo que comes”. Foto cedida
La conexión mente-intestino y la relación de la alimentación con las emociones es el tema central del libro “Siente lo que comes” (Editorial Diana) de la psiquiatra e investigadora Amanda Rodríguez-Urrutia del Servicio de Salud Mental del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona.
Ya lo dijo hace 2.000 años, el médico griego Hipócrates: “Toda enfermedad comienza en el intestino”. Hoy, el nexo entre la microbiota intestinal y la salud mental se está abriendo camino en la investigación y en la práctica clínica.
La microbiota o flora intestinal es el conjunto de millones de microorganismos (bacterias, virus, hongos…) que forman parte de nuestro intestino.
Las bacterias nativas son aquellas que adquirimos al nacer y conformamos, sobre todo por la lactancia materna, en los primeros años de vida, mientras que las bacterias en tránsito son las que obtenemos mediante la alimentación.
El equilibrio entre estos dos tipos de bacterias es clave para nuestra salud, pero se puede desestabilizar, fundamentalmente, por dietas inadecuadas (pobres en fibra y ricas en proteínas, grasa y azúcares), pero también por consumo de alcohol y tabaco; estrés; abuso de medicamentos, como los antibióticos, que dañan la mucosa intestinal; intolerancias alimentarias o el propio proceso de envejecimiento.
Cómo puede afectar la microbiota en la salud mental
Este desequilibrio afecta a nuestra salud física pero también puede influir en la salud mental.
“Hay mecanismos biológicos que lo explican: la alteración de la microbiota, de la barrera intestinal, pone en marcha procesos inflamatorios y hormonales que impactan en nuestro cerebro”, explica la doctora Rodríguez-Urrutia en una entrevista con EFEsalud.
Y precisa que no todas las depresiones son iguales, pero algunas de ellas, las más comunes, pueden tener su origen “en la barriga, con una gastroenteritis que termina en un cuadro depresivo”.
Por eso defiende que al paciente se le trate en su globalidad cuerpo-mente desde todas las especialidades creando verdaderos equipos multidisciplinares que no solo se fijen en los síntomas.
“La Medicina tiene que dar un cambio brutal de estructura” marcado por el análisis de datos.
En su opinión, los psiquiatras se han centrado demasiado en el cerebro, “y hay que salir de él para saber qué está pasando con las enfermedades mentales”.
Y menciona, por ejemplo, que a las personas deprimidas se les va el apetito, se sienten cansados, prefieren estar en la cama, tienen malestar general…”hay cosas que están pasando fuera del cerebro”.
De ahí que, en determinadas depresiones, se puede incidir en un tipo de dieta saludable que ayude a regenerar esa microbiota intestinal y contribuya a la mejoría.
Pero también al contrario, aunque la depresión haya empezado en el cerebro puede terminar dañando al sistema digestivo, la conexión entre “el cerebro de arriba” y el “cerebro de abajo”, como explica en “Siente lo que comes”.
Dieta mediterránea y psicobióticos
La ciencia ya ha determinado que hay alimentos que impactan directamente en el área cerebral que tiene que ver con el bienestar emocional, “pero hay que seguir tirando del hilo en la investigación” ya que podría suponer un “cambio de paradigma en la Medicina, no es una moda”.
De hecho, el uso complementario de los probióticos (microorganismo vivos presentes en alimentos como el yogur) para el tratamiento de la depresión ya es una recomendación de la Organización Mundial de la Salud desde el año 2005.
Se habla también del término psicobióticos, “son sustancias probióticas que digieres por la dieta o por suplementación”, como los lactobacilos y las bifidubacterias, que confieren un beneficio a la salud emocional y se encuentran en verduras de hoja verde, frutas como las fresas o en los moluscos.
“En general la dieta mediterránea es beneficiosa puesto que se ha constatado que protege la barrera intestinal y tiene poder antiinflamatorio”, argumenta la psiquiatra Rodríguez-Urrutia.
Unos tratamientos que impactan en la microbiota que podrían, en determinados casos, ayudar a complementar o reducir los fármacos antidepresivos y ansiolíticos tradicionales.
Prevención y autocuidado
Para la doctora, también en psiquiatría hay que adelantarse: “Debemos ponernos las pilas en la prevención ayudados por el big data, pero está claro que la dieta puede ser preventiva para algunos trastornos depresivos”.
Y destaca la importancia del autocuidado en la cultura de la prevención: “No todo es responsabilidad del sistema sanitario, muchos de nosotros tenemos capacidad para procurarnos salud”.
El hecho de que las pseudoterapias utilicen el estado emocional en relación con las enfermedades, lo que supone un riesgo para el paciente, la doctora e investigadora reivindica el papel de la ciencia para aportar conocimiento en este aspecto.
De hecho, como investigadora participa en el macroproyecto europeo DISCOvERIE que profundiza en los mecanismos cerebro-intestinales comunes de patologías como la depresión o el síndrome del intestino irritable.
Tiempos de incertidumbre
La incertidumbre generada por la pandemia de coronavirus y la invasión de Ucrania por Rusia está provocando “que mucha gente se esté rompiendo, hay quien necesita mucha seguridad y ahora no hay nada seguro”.
Para la psiquiatra Amanda Rodríguez-Urrutia, “las primeras olas de covid fueron más médicas, pero ahora está la ola de la salud mental” por lo que, en general, aconseja huir de la soledad, compartir y practicar buenos hábitos de vida en cuanto a dieta pero también en sueño, descanso y bienestar.