El comienzo de la primavera, para muchas personas, es sinónimo de la llegada de las alergias. Se trata de un problema que en la mayoría de los casos no es grave, pero que sí que es molesto y que en ciertas instancias sí puede poner en peligro la salud de quien lo sufre.
En los casos leves (o relativamente leves), existen muchas cosas que podemos hacer en el hogar para mitigar estos efectos desagradables de las alergias y minimizar su impacto en el día a día. Sin embargo, especialmente en los casos graves, no podemos esperar que estos métodos suplan la atención médica y los tratamientos que en cada caso procedan.
Limitar la exposición al alérgeno
La primera estrategia que podemos emprender frente a la alergia pasa por minimizar la exposición al alérgeno. La forma de hacer esto, como es lógico, va a variar según de cuál se trate.
Por ejemplo, si hablamos de una alergia al polen, conviene evitar salidas al campo y actividades al aire libre en los días en los que su concentración en el ambiente es mayor; mantener la casa ventilada, usar filtros antipolen o purificadores de aire; mantener las ventanas cerradas en lo posible; ducharse y cambiar la ropa al llegar a casa; usar mascarilla y gafas de sol en el exterior; o viajar en el coche con las ventanillas cerradas.
En cambio, en el caso de una alergia a los ácaros, la manera de reducir la exposición pasa por mantener una buena limpieza del polvo en la vivienda, evitar alfombras y otras superficies que puedan acumular polvo, mantener una buena ventilación o emplear acaricidas en elementos como los colchones.
En definitiva, es preciso identificar la causa del problema y atender a sus características particulares para abordar de manera específica cada caso concreto según nuestras necesidades.
Remedios caseros
Un siguiente paso son algunos remedios caseros o naturales que podemos poner en práctica para aliviar los síntomas de nuestra alergia en la medida de lo posible, mientras sean razonablemente leves.
Así, hay ciertas infusiones (ortiga, jengibre, limón, hierba de limón, clavo de olor, pimienta) que pueden aliviar hasta cierto punto la irritación de las vías respiratorias superiores y la tos; un efecto beneficioso que también podemos lograr manteniendo una buena hidratación y con ciertos caramelos o con miel.
También, para atajar la congestión y prevenir los estornudos es posible limpiar las fosas nasales con unas gotas de una mezcla de agua templada, sal y bicarbonato sódico.
Otra opción es la realización de baños de vaho con eucalipto, un remedio que también puede aliviar los cuadros sintomáticos de otras condiciones como los procesos catarrales o gripales. Para ello, es preciso hervir agua con hojas o frutos de eucalipto, y cubriendo la cabeza con una toalla (y a una distancia prudencial para no quemarnos) inhalar unos segundos el vapor (una vez retirada la olla del fuego y cuando ya no esté en plena ebullición).
Medicamentos de venta libre
Por último, podemos considerar el uso de algunos medicamentos de venta libre, como ciertos antihistamínicos suaves, que se pueden adquirir en presentaciones tales como comprimidos, líquidos, aerosoles nasales, geles y gotas para los ojos. La opción más adecuada va a depender de nuestros síntomas concretos, por lo que no debemos temer consultar al farmacéutico o incluso a un médico.
Así, en España se pueden conseguir sin receta algunos de primera generación (como la doxilamina) y de segunda generación (como la loratadina, la cetirizina o la ebastina).
Con todo, y como con cualquier medicamento, ante esta opción se hace imprescindible informarnos bien y leer cuidadosamente el prospecto, teniendo en cuenta contraindicaciones, dosis y posibles efectos adversos para poder hacer un uso correcto.
Y, aún así, hay que reiterar que ningún remedio casero sustituye la visita a un médico para obtener un diagnóstico preciso de nuestra alergia y para recibir instrucciones sobre cómo atajarla concretamente, así como para optar a ciertas opciones terapéuticas (tales como las vacunas de hiposensibilización).