El riesgo de padecer esta enfermedad crónica aumenta con la edad. En España, una de cada tres personas mayores de 40 años es hipertensa; dos de cada tres mayores de 60 también; y a tres de cada tres mayores de 80 años les sucede lo mismo. Las cifras hablan por sí solas.
El aumento de la presión arterial de la sangre sobre la pared de las arterias tiene, en la mayoría de los casos, un origen desconocido. Además, en la mayoría de las ocasiones puede retrasar su diagnóstico y una correcta actuación a tiempo la circunstancia de que no suele producir ningún síntoma ‘visible’ para quien la padece.
Dada la trascendencia de esta enfermedad, y la necesidad de acercar información fiable a la ciudadanía (que en muchos casos no está disponible y, cuando lo está, puede tener dudosos rigor científico), la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) ha lanzado la publicación ‘Comunicar Salud’, muy clarificadora y en lenguaje que todos podamos entender. Una de las patologías más importantes que trata el documento, en este caso la doctora Eva M. Moya Mateo (Unidad de Riesgo Cardiovascular Avanzada del Hospital Infanta Leonor de Madrid), es la hipertensión arterial.
¿Cuál es la causa de la hipertensión?
Como explica la doctora Mateo, “en un 90% de los casos no existe una causa conocida”. Aún así, hay factores que pueden favorecer su debut, como es el caso del consumo excesivo de sal en los alimentos (más de 5 gramos/día), un exceso de peso corporal (debemos mantener un Índice de Masa Corporal normal), ser víctimas del estrés prolongado o la apnea de sueño.
No practicar ningún tipo de ejercicio (adaptado a cada edad y circunstancias) es también un factor de riesgo a tener en cuenta.
Algunos síntomas que avisan
Aunque se trata de una enfermedad crónica que ‘no da la cara’ fácilmente puesto que no muestra síntomas, cuando lo hace, llegan en forma de dolor de cabeza o de nuca, cierta sensación de mareo, e incluso hemorragias nasales inesperadas. En algunos casos, los pacientes refieren dolor en el pecho, fatiga o palpitaciones.
Ya hemos mencionado que la hipertensión no suele dar síntomas que nos hagan sospechar claramente que la padecemos, pero las denominadas crisis o emergencias hipertensas (con cifras superiores a 180 la ‘alta’ y 110 la ‘baja’), elevaciones bruscas de los valores o cifras muy elevadas sí pueden notarse, e incluso desembocar en enfermedades cardiovasculares agudas como el ictus o el infarto de miocardio si no actuamos con premura.
Prevenir la hipertensión, el mejor tratamiento
Aunque una vez que aparece en escena la hipertensión arterial, lo hace para quedarse toda la vida, existen tratamientos eficaces para regular los valores desequilibrados o poco recomendables. En la mayoría de los casos, se trata de fármacos seguros sin apenas contraindicaciones que aseguran una correcta adherencia.
Pero si hablamos de prevención, estaremos ganando un tiempo vital si nos sometemos de forma periódica a controles mediante un aparato automático de brazo denominado tensiómetro. Esta sencilla prueba que apenas dura unos segundos debe hacerse en calma, bien en la farmacia, el centro médico o con un dispositivo casero.
Las sociedades médicas aconsejan que la toma de tensión en el domicilio se haga sentado, tranquilo, con el brazo apoyado sobre una mesa a la altura del corazón. Para poder disponer de una información suficientemente fiable se deben realizar tres tomas separadas por uno o dos minutos. La cifra final será la media aritmética de las dos últimas tomas.
Los valores que deben preocuparnos
Las cifras tanto de la tensión arterial sistólica (la ‘alta’), como de la diastólica (la ‘baja’) deben encontrarse en torno a 120 la primera, y 70 mmHg la segunda. Según explica la doctora Mateo, “se diagnostica HTA (hipertensión arterial) cuando las cifras son superiores a 135/85 tomadas en el domicilio, y/o superiores a 140/90 tomadas en la consulta del médico.
Una vez que un paciente tiene el diagnóstico de hipertensión, debe vigilar de forma periódica sus niveles de tensión arterial. La HTA es un factor de riesgo cardiovascular evidente, que podría desembocar con el tiempo en enfermedades tan potencialmente peligrosas como el ictus, el infarto de miocardio, al hemorragia cerebral, la demencia, la angina de pecho, la insuficiencia cardíaca y la insuficiencia renal. En conjunto, todas ellas, son la causa más frecuente de fallecimiento en España.
La hipertensión, asociada a otros factores de riesgo como la diabetes, el colesterol elevado, el tabaquismo o la obesidad, multiplica las posibilidades de tener complicaciones graves del corazón. Las cifras de la tensión levemente elevadas pueden pasar inadvertidas durante meses, e incluso años. Los daños irreversibles que puede provocar el desconocimiento de la enfermedad afectan a las arterias y a órganos vitales como el corazón, el cerebro o los riñones.