Los riesgos para la salud de morderse las uñas y cuatro métodos para dejar de hacerlo

Parece una práctica inofensiva, un gesto de mala educación, pero no. Morderse las uñas de forma continuada es un trastorno más serio de lo que parece. La onicofagia, del griego ónyx y phagía, es un signo de ansiedad que la persona lleva a cabo como una manera de combatirlo. Se trata de una costumbre que afecta a muchas personas en España, que podemos sufrir a cualquier edad y que es muy difícil de dejar.

Morderse las uñas es consecuencia de una combinación de factores emocionales: preocupación, tristeza, ira, excitación y hasta aburrimiento. Podemos hacerlo tanto al estar ansiosos o miedosos por algo que nos preocupa como por algo que nos da vergüenza. El caso es que la persona ha aprendido a asociar este gesto con algo que le tranquiliza y le libera de las tensiones, al menos momentáneamente. A su vez, se trata de un gesto que responde a la interacción entre emoción y comportamiento.

¿Por qué nos mordemos las uñas?

De entrada porque es placentero y relajante, sobre todo en situaciones estresantes o frente a tareas difíciles. Existe también predisposición genética. En Estados Unidos, un estudio encontró relación entre el hábito de morderse las uñas y el historial familiar. Vieron que un tercio de las personas que se mordían la uñas tenían un familiar que también lo hacía.

La persona ha aprendido a asociar este gesto con algo que le tranquiliza y le libera de las tensiones, al menos momentáneamente

Otra razón que explica la onicofagia es que la persona es perfeccionista. Una investigación que se publicó en el Journal of Behaviour Therapy and Experimental Psychiatry reveló que la gente que tiene facilidad para irritarse o enfadarse rápidamente por mostrar una actitud perfeccionista, se calma cuando se muerden las uñas.

Finalmente, el desorden obsesivo-compulsivo. Desde 2012, la Asociación Americana de Psiquiatría incluye la onicofagia como uno de los síntomas del desorden obsesivo-compulsivo.

¿Qué riesgos tiene la onicofagia?

No existen consecuencias graves asociadas a este hábito, pero sí es considerado una práctica poco higiénica. Para empezar puede favorecer la adquisición de bacterias o virus porque se lleva constantemente las manos a la boca, explica Mayo Clinic.

Onicofagia o morderse las uñas
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Yuri Arcurs peopleimages.com

Las manos son receptores de cientos de miles de bacterias, por lo que llevarse los dedos a la boca puede provocar infecciones. Ese traspaso de bacterias desde la zona interna de las uñas hasta nuestra boca puede a su vez generar halitosis (mal aliento).

Morderse las uñas daña la cutícula y puede que el tejido que bordea las uñas. A veces incluso, si la persona se muerde de forma muy agresiva, se puede producir la lesión de la matriz de la uña, que está debajo de la cutícula. Si esa matriz se daña, no tiene reparación; se trata de una alteración irreversible. 

La onicofagia puede provocar infecciones, dañar la cutícula, afectar a la mandíbula y a la salud mental, o acabar en otras conductas compulsivas

Morderse las uñas puede tener consecuencias sobre la salud dental. Ese continuo mordisqueo va a erosionar tanto el esmalte como los propios incisivos, mediante microtraumatismos que, en casos extremos pueden llegar a suponer la fractura y astillado de la pieza dental.

También la mandíbula. Este hábito puede producir problemas en la articulación que tenemos entre la mandíbula y el hueso temporal. Esto puede llevar a dificultad y dolores al masticar.

Finalmente, la onicofagia puede ir a más si no la tratamos. Con frecuencia ocasiona otros trastornos o conductas compulsivas, como la tricotilomania y tricofagia, consistente en arrancarse y comerse el cabello o la mucomanía, que consiste en comerse secreciones o mocos, recuerdan desde la Sociedad Española de Medicina Interna.

¿Cómo dejar de moderse las uñas?

En primer lugar, hay que enseñar al paciente a detectar cuáles son los momentos en los que más se muerde las uñas. Para ello, el que lo sufre tiene que hacer un registro diario de cuál es la situación en la que se está comiendo las uñas.

La onicofagia no es solo un problema estético.
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George Peters/iStock

A continuación, el afectado debe interiorizar una serie de conductas que le ayudarán a realizar algo diferente en ese tipo de situaciones. Por ejemplo, si se las come cuando está ansioso, se le enseña a poner en práctica alguna técnica de relajación. En cambio, si se trata de un caso en el que se las muerde cuando le está dando vueltas a la cabeza, se le enseña a controlar el pensamiento y algunas técnicas de manejo conductual incompatible, es decir, a realizar una actividad que sea incompatible con el hábito.

Cuidar bien las uñas, cortándolas y limpiándolas de forma regular, mantenerlas siempre bien cortadas y arregladas, puede ser también una forma de disuasión. Por último, existen en el mercado productos que se aplican a modo de esmalte y con un sabor desagradable. La idea es conseguir que el contacto con la boca nos deje de resultar agradable.

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