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Cuando pensamos en mantener un peso saludable, lo primero que nos viene a la mente es la cantidad y calidad de lo que comemos. Sin embargo, hay otros factores que pueden tener un impacto igual o incluso mayor en nuestro bienestar. El estilo de vida, la genética y los hábitos diarios juegan un papel fundamental en este proceso. Pero, además de estos aspectos ya conocidos, estudios recientes están arrojando luz sobre el tiempo que separa nuestras comidas.
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Carlota Acuña
Un estudio reciente, publicado en el International Journal of Behavioral Nutrition and Physical Activity, ha identificado dos hábitos clave relacionados con la hora a la que se desayuna y se cena. La investigación, liderada por el Instituto de Salud Global de Barcelona, revela que cenar temprano y, sobre todo, desayunar a una hora temprana, contribuye a mantener un índice de masa corporal saludable a largo plazo. Este hallazgo proviene del análisis “Genomes for Life”.
La clave detrás de estos resultados parece estar en el ayuno nocturno prolongado. Según el estudio, comer antes en el día ayuda a alinear nuestro consumo con los ritmos circadianos, facilitando que nuestro organismo procese mejor las calorías y controle el apetito. Esta sincronización con los ciclos naturales del cuerpo no solo mejora la gestión del peso, sino que también podría tener otros beneficios para la salud.
El análisis arrojó también algunas diferencias según el sexo de los participantes. En general, las mujeres mostraban una mayor adherencia a la dieta mediterránea y tendían a tener un índice de masa corporal menor en comparación con los hombres. Además, las mujeres mostraron menos tendencia a consumir alcohol. Por otro lado, un grupo de hombres que realizaban ayunos prolongados, saltándose el desayuno, presentaban un estilo de vida menos saludable, con mayores tasas de tabaquismo, menor actividad física y más propensión al desempleo.
Saltarse el desayuno no tiene un impacto positivo en el control del peso
La investigación concluye que saltarse el desayuno no tiene un impacto positivo en el control del peso. Otros estudios sobre este tipo de ayuno han encontrado resultados similares: su efectividad no supera a la simple reducción de calorías en términos de pérdida de peso a largo plazo. Por lo tanto, aunque el ayuno intermitente se sigue investigando, no parece ser una solución mágica para la gestión del peso si nos saltamos el desayuno.
Este estudio se suma a una creciente corriente de investigaciones en crononutrición, un campo que explora no solo lo que comemos, si no cuándo lo hacemos. Tal y como señala Anna Palomar-Cros, una de las investigadoras del proyecto, los patrones alimentarios inusuales pueden alterar nuestros relojes biológicos internos, los mismos que regulan procesos fisiológicos tan importantes como el metabolismo.
