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Muchas personas luchan con el aumento de peso a pesar de seguir una dieta equilibrada y mantener hábitos saludables. Un artículo publicado por Harvard Health Letter, arroja luz sobre las causas menos evidentes que podrían explicar este fenómeno. Según los expertos, engordar no siempre está relacionado con el exceso de calorías, sino que existen factores subyacentes que influyen en tu objetivo en el gimnasio.
La doctora Caroline Apovian, especialista en medicina de la obesidad y codirectora del Centro para el Control del Peso y el Bienestar del Hospital Brigham and Women’s, explica que “el envejecimiento trae consigo cambios fisiológicos que pueden afectar al peso”.
Por qué subes de peso aunque comas bien
A medida que envejecemos, perdemos aproximadamente el 1% de nuestra masa muscular cada año, lo que ralentiza el metabolismo y favorece el almacenamiento de grasa si no se ajusta la dieta. Sin embargo, este no es el único factor que influye en los kilos de más.
El estrés crónico es uno de los mayores enemigos de un peso saludable. La constante producción de cortisol, conocida como la “hormona del estrés”, puede aumentar el apetito y fomentar el consumo de alimentos calóricos. “El estrés conduce a conductas compulsivas, como comer alimentos ‘confortantes’, que suelen estar llenos de azúcar y grasas”, señala la doctora Apovian. Este círculo vicioso no solo dificulta la pérdida de peso, sino que también fomenta la acumulación de grasa en el abdomen, un factor de riesgo para diversas enfermedades.
Dormir menos de seis horas por noche altera las hormonas que regulan el hambre, aumentando los niveles de grelina y reduciendo los de leptina
Otro elemento clave es el sueño. Dormir menos de seis horas por noche altera las hormonas que regulan el hambre, aumentando los niveles de grelina (que estimula el apetito) y reduciendo los de leptina (que genera sensación de saciedad). Además, un sueño insuficiente eleva los niveles de cortisol, lo que amplifica los efectos negativos sobre el peso y la salud metabólica.
Las fluctuaciones hormonales que ocurren con la edad también influyen en el aumento de peso. En las mujeres, la disminución de estrógenos durante la menopausia provoca una redistribución de la grasa hacia el abdomen y ralentiza el metabolismo. En los hombres, los niveles más bajos de testosterona reducen la masa muscular, lo que afecta negativamente la quema de calorías.
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P. C.
Por otro lado, algunos medicamentos, como antidepresivos, antipsicóticos o antihistamínicos, pueden favorecer el aumento de peso al alterar el apetito o ralentizar el metabolismo. Según Apovian, “es fundamental que los especialistas consideren medidas alternativas, como ajustar la actividad física o controlar la ingesta calórica, para minimizar estos efectos secundarios”.
Condiciones subyacentes
En algunos casos, el aumento de peso puede ser un síntoma de enfermedades subyacentes como la diabetes, apnea del sueño o problemas de tiroides. Además, el microbioma intestinal, compuesto por los microbios que habitan en nuestro sistema digestivo, es otra área que los investigadores están explorando. “Los estudios han demostrado que los microbios intestinales de las personas obesas son diferentes a los de las personas delgadas”, afirma Apovian. Aunque los resultados aún no son concluyentes, esta línea de investigación podría revelar nuevas estrategias para manejar el peso en el futuro.