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Los espárragos pueden encontrarse en dos variedades principales: los verdes y los blancos. Los primeros crecen expuestos a la luz solar y los segundos permanecen bajo tierra hasta su recolección, lo que les confiere un color más pálido. A nivel nutricional, ambos presentan características similares, aunque los verdes destacan por un sabor más intenso, mientras que los blancos son más suaves al paladar. Estos últimos comercializados en lata son un básico en aperitivos, aunque no goza de una gran popularidad como otras conservas.
El espárrago es un alimento con un alto contenido en agua y un bajo aporte calórico. Su riqueza en fibra favorece el tránsito intestinal y contribuye a la reducción del colesterol. Además, contiene inulina y oligofructosa, compuestos que promueven el crecimiento de bifidobacterias en el intestino, lo que podría estar asociado con un menor riesgo de cáncer de colon. En cuanto a su aporte vitamínico, los espárragos verdes contienen mayores niveles de vitamina C y vitamina E en comparación con los blancos. También son una fuente de provitamina A y luteína, antioxidantes que fortalecen el sistema inmunológico. Respecto a los minerales, destacan por su contenido en hierro, seguido del fósforo y el potasio.
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Además, esta verdura poseen lignanos, unos fitoestrógenos que pueden tener un efecto positivo en la salud vascular. Aunque aún se requieren más estudios, algunos expertos sugieren que estos compuestos podrían desempeñar un papel protector en enfermedades como la angiodisplasia, una patología frecuente en personas mayores que provoca hemorragias gastrointestinales.
El estudio más reciente sobre los espárragos, publicado en 2024, examina las propiedades de los extractos de Asparagus officinalis y su posible impacto en la salud. Los resultados indican que estos extractos contienen saponinas, compuestos bioactivos con potencial hipolipidémico y antitumoral, lo que sugiere que podrían contribuir a la reducción de los niveles de lípidos en sangre y actuar contra el crecimiento de células tumorales. Sin embargo, los investigadores advierten que, hasta el momento, estos efectos no han sido validados mediante estudios clínicos en humanos.
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Además, la revisión señala que algunas sustancias presentes en los espárragos exhiben propiedades antifúngicas, lo que abre la posibilidad de aplicaciones en el ámbito de la salud. A pesar de estos hallazgos, los expertos subrayan que la biodisponibilidad y absorción de estos compuestos en el organismo no han sido suficientemente investigadas.
El líquido de los espárragos en conserva: ¿qué contiene?
Los espárragos en lata se almacenan en un líquido conocido como líquido de gobierno, cuya función es preservar su textura y mantenerlos hidratados. Este líquido está compuesto principalmente por agua y sal, aunque en algunas conservas se añade ácido cítrico, un conservante presente en el limón. Lejos de ser un simple medio de conservación, este líquido puede absorber parte de los nutrientes del espárrago durante el proceso de envasado. En algunos casos, su consumo es recomendable, ya que puede aportar sabor adicional a preparaciones como sopas o salsas.
Aunque los espárragos frescos conservan mejor sus propiedades nutricionales, la versión en conserva sigue siendo una alternativa saludable. Si bien el tratamiento térmico que se aplica en la elaboración de las latas puede reducir ciertos nutrientes, su aporte en fibra, antioxidantes y minerales sigue siendo significativo.
