Una buena salud en los ojos es fundamental para mantener una buena visión, y por eso es muy importante cuidar y proteger esta parte de nuestro cuerpo adecuadamente para conservar este sentido tan importante en nuestro día a día.
¿Qué es una abrasión corneal?
La abrasión corneal es un tipo de daño ocular que resulta de la pérdida de células del epitelio corneal, la parte más externa del ojo. Es, en definitiva, un rasguño directamente en el ojo.
Normalmente, la abrasión corneal es el resultado de una lesión traumática (chocarse con una rama, un alambre…) que puede sobrevenir, por ejemplo, por el contacto con arena, polvo, o al frotarse los ojos. Igualmente, el síndrome del ojo seco aumenta las probabilidades de sufrir abrasión corneal.
¿Cuáles son sus síntomas?
Los ojos son una parte muy sensible del cuerpo, por lo que las abrasiones corneales son eventos especialmente dolorosos y muy desagradables, que llevan a varias reacciones instintivas.
Además, pueden provocar otros síntomas tales como enrojecimiento del ojo, lagrimeo, sensibilidad a la luz, dolor de cabeza, disminución de la visión (visión borrosa), espasmos oculares, movimientos espasmódicos en el globo ocular, dolor sordo e incluso nauseas en algunos casos.
Normalmente, por suerte, las abrasiones corneales no suelen conllevar grandes complicaciones, si bien pueden hacer que la córnea sea más susceptible de sufrir infecciones y si la herida es grave (especialmente si va más allá del epitelio corneal, aunque ya estaríamos hablando de otro problema diferente) provocar afectaciones en la visión transitorias o permanentes.
¿Cómo se tratan?
Si el cuerpo extraño que ha provocado el rasguño sigue en el ojo, es primordial sacarlo: para ello, debe aplicarse abundante agua (o, idealmente, una solución salina específica para el cuidado ocular) y evitar frotar, ya que esto podría empeorar la herida.
Si tras esto persiste el dolor y el enrojecimiento o especialmente la sensación de un cuerpo extraño en el ojo, es importante acudir a un especialista a que evalúe posibles lesiones y riesgos.
Si no existen daños mayores, las abrasiones corneales suelen poder tratarse, simplemente, a base de gotas oculares con antibiótico. En casos más graves, puede ser necesario emplear un ungüento antibiótico, esteroides y medicamentos contra el dolor.
