Así es vivir con TOC, según Antía Yáñez: “No tienes ganas de hacer nada y a veces solo hay pensamientos intrusivos”

“El trastorno obsesivo compulsivo es un gran desconocido. A menudo, las series y películas hacen bromas sobre él, pero la ansiedad es un malestar muy real y muy profundo”. Así es como percibe Antía Yañez el tratamiento que la cultura hace de este particular problema de salud mental, y es algo que su nuevo libro No pienses en un elefante rosa (Contraluz Editorial, 2022) se propone contribuir a remediar.

Editado en castellano, gallego y catalán, el libro trata la historia de Aurora, un paradigmático ejemplo de la generación millenial, y de Brais, el niño superdotado que vive en su escalera. De estas manos, Yáñez (nacida en 1991 en Burela, Lugo) aborda la realidad de las enfermedades mentales e invita a tomarse la vida con humor.

“Todos conocemos a Sheldon, pero el TOC no es así”

Tal y como explica la escritora a 20Minutos, en cierto sentido “quería escribir un poco para poner de relieve lo que es el TOC. Porque todos conocemos a Sheldon en The Big Bang Theory, tocando en la puerta de Penny, y no es para nada así. Esto parece gracioso y que no es nada grave, cuando en realidad la ansiedad es un malestar muy profundo”.

Y es que, gracias al conocimiento de primera mano que la gallega tiene sobre el trastorno, el libro tiene algo de autobiográfico. “Simplemente”, cuenta, “lo que iba haciendo era imaginándome a Aurora en situaciones del día a día que yo he vivido, imaginando que ella podría reaccionar de una forma totalmente diferente a la mía. Y, como necesitaba algo que rompiese un poco con la rutina de la protagonista decidí meter a Brais, que además da mucho juego porque hay muchas cosas que los adultos nos callamos y los niños para nada”.

“Tener TOC”, continúa, “es muy cansado. También es verdad que el trastorno obsesivo-compulsivo tiene distintas etapas; yo, ahora mismo, estoy bastante bien, pero hay épocas en las que no puedes pensar en otra cosa que no sean esos pensamientos intrusivos y es mentalmente muy cansado”.

“También te afecta a lo físico, porque como cansa tanto nunca tienes ganas de hacer nada. Y eso es lo que yo nunca veía en el audiovisual; en series, películas… libros de ficción del TOC yo no he leído ninguno. Es también lo que yo quería mostrar con esos pensamientos recurrentes y esa voz del cerebro de Aurora: lo cansado que es tener siempre a alguien ahí en tu cabeza una y otra y otra vez”, añade.

Antía Yáñez
Antía Yáñez
ANTÍA YÁÑEZ

“No quería que fuera un drama ni una comedia”

“Lo que yo quería”, detalla, “era que no fuera un melodrama. Sí que es verdad que las personas con problemas de salud mental lo pasamos mal, sobre todo también por la invisibilización, pero yo no quería escribir un drama, porque yo en mi día a día soy así: siempre estoy haciendo bromas todo el día”.

“Para mí es un método de defensa”, prosigue, “el no tomarme la vida demasiado en serio. Si lo hiciera, me ahogaría en un vaso de agua. Y quería trasladar un poco eso al libro”.

“De hecho, cuando lo terminé y lo leyó mi agente literario lo primero que le pregunté es si era más drama o si era más comedia, sin saber muy bien qué respuesta era mejor. Quería que la gente lo pasase bien leyéndolo, pero sin llegar a un punto en el que dijeran ‘qué libro más divertido’ sin ver lo que hay detrás; y tampoco quería lo contrario, que se quedasen con la impresión de que ‘menudo calvario, esto todo es malo, no hay ninguna parte buena’. Lo más difícil era conjugar esas dos cosas”.

“Yo no tenía un referente y me sentía un bicho raro”

No deja de ser relevante que, como les ocurre a tantos pacientes con trastornos de salud mental, el diagnóstico de Yáñez llegó bastante adelante en su vida. “A mí me diagnosticaron a mis ‘veintipocos’ años. Y yo no tenía un referente: me sentía un poco un bicho raro porque no conocía a nadie con ese trastorno”.

“Que cada vez haya más problemas de salud mental tiene mucho que ver con la sociedad que estamos construyendo”

“Cuando yo era pequeña”, apostilla, “era muy raro que un niño fuera al psiquiatra o al psicólogo. Y si iba, era que pasaba ‘algo malo’ con el niño”.

“Ahora en cambio es más habitual y ya no tiene ese estigma. En mi academia, si tengo que decirle a una mamá o a un papá que su niño está desmotivado, está triste o está apático y que más que a una academia debería ir a un psicólogo, no me cuesta hacerlo. En cambio, hace 20 años hubiera sido imposible”, añade.

“Y es un poco una desgracia que sea normal, porque que para sobrellevar el día a día necesites ir a terapia es un poco indicativo de las expectativas que nos ponemos. Que yo creo que esto de que cada vez haya más problemas de salud mental tiene que ver mucho con la sociedad que estamos construyendo”, argumenta.

“La literatura conforma realidades”

Con todo, la burelesa afirma que no cree que el trastorno interfiera en su proceso creativo: “yo creo que no. Simplemente, a mi tenerlo todo muy planificado me pone muy nerviosa; pero no creo que tenga que ver con el TOC porque precisamente la gente con TOC tiende a ser planificada”.

“Y yo si me planifico todo hasta el mas mínimo detalle me agobio porque al final no lo cumplo. Y porque no me dejo lugar a la improvisación. Pero creo que esa es mi personalidad, no creo que sea por el TOC”.

En cambio, reflexiona sobre el papel que puede tener la literatura en la vivencia de los trastornos de salud mental. “La literatura, para mí, siempre ha sido una vía de escape”, dice. “Cuando yo me aburría en mi día a día o cuando no me gustaba lo que me pasaba yo cogía un libro y me metía en otros mundos”, detalla.

“También es cierto que la literatura conforma realidades en el sentido de que si, por ejemplo hablando del TOC, tú siempre coges un mismo tipo de libros y no tienes a tu alrededor a nadie que tenga TOC, tú al final te quedas con la idea que te proporciona la literatura”, opina.

Y advierte: “Es ficción, pero si tú solo lees un tipo de ficción que siempre recrea lo mismo, que repite los mismos patrones, no estás conociendo tampoco la realidad y te quedas con una idea distorsionada”.

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