Todo el mundo sabe lo que es el dolor. Ya sea en una rodilla, en la cabeza, en la garganta… el dolor es siempre dolor y todos lo hemos sufrido más de una vez.
Frente a esto, los analgésicos funcionan, siendo capaces de aliviar el malestar. Pero son innegables sus efectos secundarios, motivo por el que yo los evito a toda costa.
Por el contrario, existen estrategias naturales eficaces a la hora de aliviar casi cualquier tipo de dolor. ¡El problema es que la gente simplemente no las conoce!
Una de las más adecuadas es aprender a identificar el tipo de dolor (y no me refiero a su ubicación o su causa, como está a punto de comprobar) para saber cómo tratarlo adecuadamente.
Veamos en qué consiste.
Tipo de dolor 1: El dolor caliente hincha
El “caliente” es el tipo más frecuente de dolor, que suele estar causado por una inflamación.
¿Alguna vez se ha golpeado el dedo del pie con un mueble? Es extremadamente doloroso y rápidamente se puede notar hinchazón en la zona, así como un enrojecimiento y una sensación de calor que irradia después del golpe.
Es una reacción inflamatoria típica y, además, suele ser únicamente local. Se debe a que, cuando el cuerpo sufre un ataque (ya sea a nivel químico, tóxico, microbiano o traumático) se pone en marcha para defenderse.
Los glóbulos blancos comienzan entonces a segregar moléculas que provocan una vasodilatación que permite la llegada de más células de defensa a la zona. Y todo ese ingenioso sistema trabaja sin descanso para asegurar la reparación de las lesiones hasta que peligro desaparece.
Pues bien, todas las enfermedades que terminan en “-itis” (tendinitis, artritis, otitis, etc.) son generalmente un fenómeno inflamatorio de estas características.
3 soluciones para calmar el dolor caliente
La primera solución para calmar un dolor de tipo caliente es el frío.
Enfriar la zona dañada siempre ayuda a reducir el edema y calmar el dolor, así como a limitar la producción por parte del organismo de moléculas inflamatorias excesivas como pueden ser las citoquinas o las prostaglandinas.
También “duerme” las fibras nerviosas, de ahí su acción anestésica, y ejerce:
- Un efecto vasoconstrictor (contrae los vasos sanguíneos).
- Un poder reductor a nivel local de la circulación sanguínea.
- Una acción limitante del riesgo de hemorragia interna.
- Un efecto calmante frente a los espasmos musculares.
Y lo mejor es que puede aplicarse fácilmente, sea cual sea el problema que haya que tratar: una rodilla hinchada y dolorosa, una tendinitis, un esguince, una distensión, una picadura…
Por lo general se recomienda hacerlo durante los primeros 3 días de síntomas, a fin de evitar que empeoren (eso sí, sin abusar, para permitir que el sistema de defensa haga su trabajo).
Bastará con que cubra unos cubitos de hielo en un paño húmedo (o utilice un apósito frío de farmacia) y lo aplique durante 12 ó 15 minutos sobre la zona, repitiendo hasta cada 2 horas si es necesario.
Atención: Debe tener cuidado con exponer la piel directamente al hielo, ya que puede quemarse. Y si la sensación empeora o la zona se enrojece demasiado, detenga el tratamiento y consulte con un profesional de la salud.
Por su parte, la segunda solución que podríamos mencionar contra el dolor caliente es sin duda la homeopatía.
Los dos principales analgésicos que un médico homeópata seguramente le recomendaría en estos casos son la Belladona (llamado así por la planta venenosa) y la Apis mellifica (hecho de veneno de abeja).
Puede usar Belladonna en una dilución de 5 CH para el dolor local y complementar si el dolor persiste con Apis mellifica en 9 CH, siempre a razón de 5 gránulos cada 2 horas.
Y la tercera y última técnica, pero no por ello menos útil: respirar de manera correcta.
Resulta que una forma muy fácil de aliviar el dolor es simplemente utilizar la respiración. Y es que las dos fases de esta, la inspiración y la espiración, activan cada una de las partes de nuestro sistema nervioso: el simpático y el parasimpático.
Pues bien, cuando se sufre un dolor de tipo inflamatorio el sistema parasimpático corre para tratar de calmar la inflamación y es necesario regularlo.
Por ello le recomiendo este simple ejercicio de respiración, capaz de ayudar a restablecer su equilibrio: concéntrese en el punto doloroso e inhale durante más segundos de los que tarda en exhalar (por ejemplo, en una ratio de 6/4).
Repita el ejercicio durante 5 ó 10 minutos.
Tipo de dolor 2: El dolor frío no circula bien
En el lado opuesto a los dolores calientes se encuentran, claro está, los denominados “fríos”.
Estos no son resultado de ninguna inflamación, ni tampoco van acompañados de enrojecimiento o calor.
Por el contrario, suelen deberse a contracturas musculares o a problemas circulatorios; en algunos casos se les llama incluso “neurológicos”.
Buenos ejemplos de este tipo de dolor son la migraña y la ciática, ambos muy incapacitantes, pero también los dolores de muelas, por ejemplo.
Si duda si su dolor es frío, este truco no falla: fíjese si instintivamente el cuerpo le “pide” calor para aliviarlo. Si es así, no hay duda.
3 soluciones para calmar el dolor frío
Es probable que lo acabo de contarle le haya dado una pista. Efectivamente, la primera solución útil contra este tipo de dolor es aplicar calor.
Este permite que los músculos se relajen, reduciéndose la tensión y la rigidez, al tiempo que hace que aumenten la circulación sanguínea (vasodilatación) y la actividad celular (estimulación de órganos) y genera una acción inflamatoria favorecedora de la cicatrización.
El calor conviene notablemente, de hecho, en caso de contracturas musculares; de dolor de espalda, abdominal o menstrual; de dolor y rigidez en el cuello; de calambres; de migrañas; de ciática…
Para aplicarlo basta con utilizar una bolsa de agua o de semillas caliente, manteniendo el calor sobre el área dolorida durante 15 ó 20 minutos (de nuevo, tenga cuidado de no quemarse). Y como truco extra le diré que a veces una ducha o un baño caliente son suficientes para aliviar las molestias (aquí tiene varias ideas para llevar a cabo un baño caliente analgésico).
También en este caso destacan las soluciones homeopáticas. En concreto, frente a la migraña puede serle de gran ayuda la Ignatia amara en una dilución de 5 ó 7 CH y a razón de 5 gránulos tomados de 2 a 4 veces al día.
Y ya por último la respiración también obra maravillas frente a este tipo de dolor. Eso sí, aquí el ejercicio será el inverso al mencionado para los dolores calientes. Es decir, que debe concentrarse en la región del dolor (incluso puede poner la mano sobre ella) y exhalar durante más tiempo que lo que duren sus inhalaciones (una ratio de 4/6).
El alivio debe ser rápido. Si no, mejor pruebe con otras soluciones y, en caso de duda, consulte con un especialista.
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