Cómo guardar las berenjenas: el lugar perfecto para que aguanten más tiempo

La era de la verdura ha llegado, y son cada vez más los aficionados a un estilo de vida saludable que han decidido incorporarla a su dieta en formas diferentes y creativas. Lejos de ser una simple guarnición, estos alimentos han pasado a ocupar un lugar privilegiado en nuestra mesa y suponen, además, una forma económica de implementar unos hábitos beneficiosos para nuestro cuerpo.

La berenjena es una de las más queridas por los consumidores, dado su intenso sabor y sus diferentes posibilidades de cocción, en forma de filetes a la parrilla o como base para un delicioso relleno al horno. Su alto contenido en fibra la convierte, no solo en una perfecta manera de combatir el estreñimiento, sino también en un modo de mantener estables los niveles de azúcar en sangre, así como de reducir el colesterol, previniendo con ello la aparición de enfermedades cardiovasculares.

Se trata, además, de un alimento muy bajo en calorías y con un alto aporte de nutrientes y minerales, por lo que resulta aconsejable tenerlas siempre a mano como materia prima para un buen número de platos. Desgraciadamente, el estrés de la agitada vida diaria, nos lleva a ser muy cuidadosos a la hora de almacenar estos alimentos, llegando incluso a ser necesario realizar una detallada planificación de cara a su utilización, para así evitar que se echen a perder.

Cortar, hervir, congelar

Si bien es habitual almacenar las berenjenas en el frigorífico, existe una manera de alargar un poco más su vida, que consiste en introducirlas en el tan socorrido congelador. Para ello es aconsejable tomar nota de algunas consideraciones previas, que nos permitirán disfrutarlas de manera óptima cuando las cocinemos. Así, el primer paso será lavarlas con agua fría, quitarles la piel y cortarlas en cubos. A continuación las pondremos a hervir en agua con limón y esperaremos entre 3-4 minutos a que se blanqueen.

Sabor intenso intacto

Cuando ya hayan cogido el color deseado, las enfriaremos con agua y las secaremos, asegurándonos de que queden libres de humedad. Después, introduciremos los trozos en una bolsa con cierre hermético y la guardaremos en el congelador, no sin antes especificar la fecha en la que ha sido guardada, para llevar un registro.

Este método nos permitirá conservarlas entre 6 y 9 meses, pudiendo disfrutarlas durante ese tiempo, comprobando, además, que no han perdido su delicioso sabor. Una manera, a priori sencilla, aunque con algunas variables, que nos permitirá disponer de este superalimento sin vernos obligados a cocinarlo o desecharlo precipitadamente y, sobre todo, sin renunciar a su intenso sabor. La opción ideal para tener siempre a mano materias primas saludables y saciantes para evitar caer en la tentación en los momentos de aburrimiento o ansiedad.

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