Cómo identificar a una persona con trastorno por estrés postraumático

El trastorno de estrés postraumático es una enfermedad de salud mental desencadenada por una situación aterradora, que bien se ha vivido en primera persona o se ha presenciado. Como aseguran reconocidas instituciones como la Clínica Mayo o el Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos cualquier persona puede tener este trastorno con independencia de su edad

Los síntomas el estrés postraumático pueden comenzar a los pocos meses del incidente traumático pero en ocasiones no aparecen hasta varios años después. Según el Centro Nacional para el Trastorno por Estrés Postraumático de los Estados Unidos aproximadamente entre 7/8 personas de cada cien experimentarán esta enfermedad en algún momento de su vida.

¿Cuáles son las situaciones más frecuentes que pueden provocar la aparición de este trastorno? Entre ellas estarían la exposición a un conflicto bélico, el maltrato físico durante la infancia, la violencia sexual, la agresión física, ser amenazado con un arma, un accidente y otras muchas situaciones extremas o con riesgo de muerte como incendios, desastres naturales, secuestros, ataques terroristas… Asimismo, no todas las personas con estrés postraumático han pasado por un hecho peligroso: “en algunos casos, con solo saber que un familiar o amigo cercano experimentó un acontecimiento traumático se puede desencadenar este trastorno”, señala el National Institute of Mental Health.

¿Cómo podemos identificar a una persona con trastorno por estrés postraumático? Los expertos señalan que para cumplir con los criterios del trastorno, los síntomas deben durar más de un mes y deben ser lo suficientemente graves como para interferir en aspectos de la vida diaria, como las relaciones personales o laborales.

Los síntomas del trastorno de estrés postraumático se agrupan en cuatro tipos: recuerdos intrusivos o reviviscencias, evasión, cambios en el pensamiento y en los estados de ánimo, y cambios en las reacciones físicas y emocionales.

Entre los recuerdos intrusivos destacan:

– Experimentar flashbacks o revivir mentalmente (reminiscencias) el acontecimiento traumático una y otra vez, incluso acompañado de síntomas físicos como palpitaciones o sudoración.

– Tener recuerdos o sueños recurrentes relacionados con el acontecimiento.

– Tener pensamientos angustiantes.

Los síntomas de evasión más frecuentes serían:

– Tratar de evitar pensar o hablar acerca del suceso traumático.

– Evitar lugares, actividades o personas que recuerden el suceso traumático.

Los síntomas de evasión pueden hacer que la persona cambie su rutina. Por ejemplo, después de un accidente automovilístico grave, puede evitar conducir o viajar en automóvil.

Los cambios negativos en el pensamiento y en los estados de ánimo incluyen:

– Pensamientos negativos sobre uno mismo, otras personas, o el mundo en general.

– Desesperanza acerca del futuro.

– Problemas de memoria, incluso no recordar aspectos importantes del suceso traumático.

– Dificultad en mantener relaciones cercanas.

– Sentirse distanciado de la familia y amigos.

– Falta de interés en las actividades que antes nos gustaban.

– Dificultad para sentir emociones positivas como felicidad y satisfacción.

– Sentirse emocionalmente insensible.

– Experimentar emociones negativas continuas, como miedo, ira, culpa o vergüenza.

Los síntomas de hipervigilancia y reactividad serían:

– Asombrarse o asustarse fácilmente.

– Estar siempre tenso o mantenerse en guardia.

– Conductas autodestructivas o imprudentes, como por ejemplo beber en exceso o conducir demasiado rápido.

– Trastornos del sueño.

– Dificultad para concentrarse.

– Irritabilidad, arrebatos de ira o conducta agresiva.

– Sentimientos enormes de culpa o vergüenza.

En niños menores de 6 años pueden aparecer además síntomas más específicos como:

– Orinarse en la cama después de haber aprendido a ir al baño.

– Olvidarse de cómo hablar o no poder hacerlo.

– Representar la experiencia traumática a través del juego.

– Aferrarse de forma inusual a los padres o a otro adulto de referencia.

– Pesadillas que pueden incluir o no aspectos del evento traumático.

Por su parte los niños mayores y los adolescentes muestran síntomas más parecidos a los observados en los adultos que pueden incluir, además, conductas disruptivas, irrespetuosas o destructivas, sentimientos de culpabilidad por no haber evitado lesiones o muertes o pensamientos de venganza.

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