Hay algunos pequeños problemas de salud que por lo general no revisten ninguna gravedad pero que pueden ser muy aparentes y, por tanto, causar mucha impresión cuando aparecen. Este es el caso de un problema común de los ojos, el derrame ocular o hemorragia subconjuntival.
¿Qué es un derrame ocular?
La hemorragia subconjuntival se produce por la rotura de un pequeño vaso sanguíneo bajo la capa transparente que recubre los ojos, la conjuntiva. Debido a que los tejidos del ojo no son capaces de reabsorber rápidamente la sangre que se vierte en consecuencia, la parte blanca del ojo toma un color rojo brillante.
Son muchas las razones por las que puede suceder esto, y normalmente tienen que ver con la realización de algún esfuerzo importante. Así, por ejemplo, puede aparecer tras toses muy fuertes, la adopción de una tensión considerable o tras vomitar. En otros casos, puede ser resultado de una lesión ocular: por ejemplo, tras frotarse bruscamente o por el ingreso en el ojo de algún cuerpo extraño.
Sea como sea, sí se sabe que aumentan el riesgo de padecer derrame ocular algunas condiciones previas como la diabetes, la hipertensión, el uso de medicamentos anticoagulantes o el padecimiento de enfermedades que afectan a la coagulación.
¿Cuáles son sus síntomas?
Como señalábamos, el único síntoma evidente del derrame ocular es la aparición de una mancha roja brillante en la esclerótica del ojo (la parte blanca). Más allá de eso, la hemorragia subconjuntival no ocasiona dolor, molestias ni cambios en la visión; en el peor de los casos, un ligero ardor o irritación.
¿Cómo se trata?
De igual manera, no existe un tratamiento para la hemorragia subconjuntival y este no suele ser necesario, ya que el problema tiende a remitir por sí solo en el plazo aproximado de una o dos semanas. Adicionalmente, se pueden emplear gotas par los ojos (como lágrimas artificiales) para reducir la sensación de irritación si la hay.
