El estrés es un proceso complejo que involucra recursos individuales, vulnerabilidades y el medio ambiente. Las adaptaciones psicológicas, conductuales y fisiológicas a los requisitos de supervivencia son necesarias para la capacidad de adaptación de un individuo.
La exposición crónica a estímulos estresantes se conoce como carga alostática y da como resultado un “desgaste y deterioro” de los sistemas reguladores adaptativos que dan como resultado alteraciones biológicas que debilitan los procesos adaptativos al estrés y aumentan la susceptibilidad a la enfermedad.
Esto comentado anteriormente, podría resumirse en que no somos capaces de adaptarnos igual de bien al estrés y somos más propensos a enfermedades.
Los desequilibrios dietéticos crónicos, por ejemplo, como se observa en las dietas occidentales ricas en grasas y azúcares refinados que conducen a un aumento de peso excesivo, pueden afectar el rendimiento fisiológico promoviendo una baja inflamación crónica que es perjudicial tanto para el estado físico como mental.
La obesidad es el resultado de un desequilibrio de las necesidades energéticas y, en consecuencia, la homeostasis, que describe el mantenimiento fisiológico del “punto de ajuste”, parece un marco apropiado para pensar sobre la obesidad.
Se han pensado en puntos muy simplistas como si la culpa de la obesidad la tuviera únicamente la actividad física, los alimentos ultraprocesados, etc. Si fuese algo tan sencillo, el peso no se recuperaría tan fácilmente.
Por ejemplo, en psicología de la salud, se ha descrito el vínculo entre la función fisiológica y la psicológica: por ejemplo, la influencia de la mente sobre la función inmunológica y el mantenimiento del bienestar subjetivo.
Carga alostática
Es importante tener en cuenta que a lo largo de nuestra vida vamos acumulando carga alostática, pero existen ciertos factores individuales que favorecen una mayor carga alostática.
La carga alostática se produce cuando no existe este período de recuperación, cuando el funcionamiento es deficiente o no cesa el estímulo estresante. La carga alostática puede aumentar de diversas maneras.
- Respuesta prolongada: es la respuesta observada en aquellas personas con permanentes situaciones de estrés, que no alcanzan a recuperarse y ya tienen que enfrentar una nueva circunstancia adversa
- Situaciones repetidas: el individuo no logra adaptarse a estresores del mismo tipo que se repiten en el tiempo. El ejemplo típico es el hablar en público, circunstancia que genera temor y ansiedad. Y, aunque la mayoría de las personas terminan adaptándose, hay aproximadamente un 10% que no lo logra nunca y vive cada exposición como una nueva situación de estrés. La respuesta normal está presente, pero al repetirse el evento tienen una nueva descarga de estrés, lo que no les permite adaptarse. Esto lleva a una exposición prolongada a las hormonas del estrés
- Falta de adaptación: se manifiesta en personas incapaces de reprimir las respuestas alostáticas una vez finalizado el estrés
- Respuesta inadecuada: cuando el sistema no responde adecuadamente a un estímulo “estresante”, la actividad de otros sistemas aumenta. Si la secreción de cortisol no aumenta como respuesta al estrés, aumenta la secreción de citoquinas inflamatorias
A veces confundimos causas con consecuencias. Y aunque sí es cierto que la carga alostática puede ser causa de un aumento de peso, como veremos más adelante, también es consecuencia de malos hábitos. Es como la pescadilla que se va mordiendo la cola.
La carga alostática además puede ser incrementada por una dieta pobre en vitaminas, minerales, fitonutrientes. El consumo de alcohol y tabaco también la aumentan, por lo que es importante consumir la menor cantidad posible de estas sustancias.
Por otro lado, una dieta rica en alimentos vegetales y ejercicio físico, sobre todo el entrenamiento de fuerza, la disminuye.
Estrés
Uno de los grandes factores que influyen en la carga alostática es el estrés. La respuesta fisiológica al estrés involucra a los sistemas neuroendocrino, cardiovascular, metabólico e inmune.
No es malo que haya un estrés de forma puntual. Por ejemplo, cuando realizamos ejercicio físico, nuestro cuerpo se encuentra estresado, pero somos capaces de superponernos a ese estrés y beneficiarnos ya sea con la ganancia de masa muscular, ganancia de fuerza, mejora del sistema cardiovascular, etc.
El problema viene cuando es un estrés crónico y se libera grandes cantidades de cortisol. Los efectos del cortisol incluyen la producción de glucosa y su intolerancia, irritación gástrica, incremento en la producción de urea y de la liberación de ácidos grasos en el sistema circulatorio, con la consecuente producción de depósitos de grasa en órganos como el hígado. Además de un aumento en la susceptibilidad al proceso ateroesclerótico, la supresión de mecanismos inmunes y del apetito.
Esto último puede generar que comamos muchísimo más porque lo que esto, además de las consecuencias que tiene sobre las hormonas que se encargan de mantenernos saciados o con hambre, hace que nuestra función ejecutiva sea menos eficiente y tendamos a comer muchísimo más.
No todo es el peso corporal
Como se ha comentado anteriormente, la respuesta al estrés crónico no frenada produce carga alostática e impacta en diferentes sistemas, probablemente en aquellos en los que tenemos mayor vulnerabilidad. Esta carga alostática puede impactar en muchos sistemas, como los siguientes:
En el cerebro: el cerebro también es vulnerable al cortisol. La alta secreción de cortisol puede puede causar atrofia de las células e incluso daño permanente.
En la conducta: se puede observar ansiedad y depresión debido al aumento del cortisol.
En el sistema cardiovascular: en respuesta al estrés hay incremento de adrenalina . El efecto fisiológico o metabólico será producir aumento de la agregación plaquetaria con aumento de fibrinógeno y hemostasis, favoreciendo el riesgo de trombosis e infarto.
En el metabolismo: en respuesta al estrés hay aumento de la actividad simpática de la adrenalina y el cortisol que facilitarán el aumento de la resistencia a la insulina con riesgo de desarrollar síndrome metabólico y diabetes tipo 2.
En el sistema inmunitario: Hay una alteración del sistema inmune también, lo que podría explicar el incremento de las enfermedades autoinmunitarias e inflamatorias.
Qué se puede hacer
Siempre hemos comentado que llevar unos hábitos de vida saludable es totalmente necesario ya no solo para vivir mucho tiempo, sino que todo el tiempo que vivamos, sea de la mayor calidad posible.
Aunque sí es cierto que el peso corporal es importante (y con esto no nos referimos a un cuerpo atlético, sino estar en un peso saludable dentro de unos hábitos saludables), lo importante es reducir a toda costa las probabilidades de padecer algún tipo de enfermedad crónica no transmisible como el cáncer, diabetes tipo 2, etc.
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