Cursos gratuitos en la universidad para aprender a gestionar la ansiedad

¿Cómo pueden beneficiar las técnicas de relajación y de compasión a los universitarios? Esta es la cuestión que abordan investigadores del Grupo de Investigación en Salud Mental en Atención Primaria y del Máster de Mindfulness de la Universidad de Zaragoza, que probarán la eficacia de un programa de seis semanas para reducir el estrés en 200 estudiantes.

Los inscritos podrán asistir sin coste alguno a seis sesiones de una hora y media con periodicidad semanal, que estarán orientadas a aumentar el bienestar psicológico y reducir la ansiedad, el estrés y la frustración académica mediante dos técnicas: la relajación y la compasión.

“Intentaremos que todos puedan participar y que al final se beneficien, que es lo importante”, explica en una conversación la psicóloga María Beltrán, que coordina esta investigación dirigida por el psiquiatra Javier García Campayo, director del Máster de Mindfulness de la Universidad de Zaragoza.

El estudio, que forma parte de la tesis universitaria de Beltrán, pretende indagar en cómo benefician a este colectivo tan concreto dos técnicas que se trabajarán de forma separada en varios grupos de 15 a 20 personas, de forma que 100 estudiantes aprenderán a aplicar la relajación y otros 100, la compasión.

De esta forma, los investigadores podrán extraer datos sobre la evolución de los alumnos, que realizarán un cuestionario antes de comenzar, al finalizar y seis meses después de que concluya el programa.

Más allá de las sesiones en las que aprenderán la teoría y cómo aplicarla, la investigadora incide en que lo ideal es tratar de llevar la práctica al día a día, dedicando unos minutos al día a los ejercicios propuestos.

Como explica Beltrán, la relajación sí que ha sido ampliamente estudiada, pero sobre los ejercicios basados en la compasión existe muy poca bibliografía centrada en el colectivo universitario, a excepción de algunos capítulos dedicados a ello dentro de las investigaciones de Mindfulness (atención plena), muy extendido en el ámbito escolar, especialmente, de Gran Bretaña.

Pero centrarse exclusivamente en cómo ayudan las técnicas de compasión a un grupo de cien estudiantes y poder compararlo con los resultados de aquellos que han practicado la relajación permitirá aportar algo más de luz sobre los beneficios de esta “terapia de tercera generación”.

A grandes rasgos, este término hace referencia a una visión sobre cómo afrontar los problemas de la mente centrándose en por qué las personas están bien. A esta corriente pertenece tanto el Mindfulness como la terapia de compasión con la que se trabajará con la mitad de los voluntarios.

Esta terapia consiste en revisar los estilos de apego que todos tenemos desde la infancia en base a nuestra figura de apego (por ejemplo, el padre o la madre) para poder profundizar en los estilos de afrontamiento del sufrimiento.

Como advierte la psicóloga, el término compasión en nuestra lengua se puede interpretar desde un punto de vista de superioridad del otro, como pena o lástima, y esta connotación ha hecho que cueste mucho introducirlo. De hecho, la traducción al castellano de uno de los primeros libros sobre la materia fue ‘Sé amable contigo mismo’, precisamente, para eliminar esa connotación.

“Es curioso que no se usaba el término compasión, sin embargo, es un término psicológico que implica amor a uno mismo o a los otros, con un sentimiento de amor genuino”, señala la coordinadora del proyecto.

De este modo, en ambos grupos se tratará de mejorar el bienestar psicológico a través de unos talleres teórico prácticos: en el de compasión se trabajarán técnicas más relacionadas con la meditación y el Mindfulness, mientras que en el de relajación se harán ejercicios centrados en calmarse y relajarse.

Y es que, la vida universitaria supone un “periodo de desafíos” y es “una etapa difícil” en el que los estudiantes están expuestos a factores de estrés, como el aumento de la carga de trabajo, la multitarea, las nuevas responsabilidades o la incertidumbre que general el futuro, por lo que los problemas de salud mental son comunes en los estudiantes universitarios, con altas tasas de depresión y ansiedad.

De hecho, hay numerosos estudios sobre la salud emocional de los estudiantes, como el realizado por la Universidad de Zaragoza con una muestra de 165 alumnos, que refirieron que lo que más estrés les producía era la sobrecarga académica, así como la falta de tiempo para realizar las tareas. Los investigadores Frontera, Jimeno y Capablo, concluyeron que existe una correlación positiva ascendente entre estrés académico, ansiedad y depresión.

La selección de voluntarios para este programa orientado a gestionar la ansiedad y la frustración académica está actualmente abierta y los interesados en participar en el proyecto pueden ampliar información a través del teléfono 976506578 o el correo electrónico investigauniversidadcompa@gmail.com.

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