Están por todas partes. En la contaminación del aire que respiramos, en los alimentos que ingerimos, en las prendas de vestir que nos ponemos, en el polvo que limpiamos en casa… Los disruptores endocrinos tienen mucha más importancia de la que podamos imaginar, puesto que estas sustancias químicas que nos rodean en el día a día tienen la capacidad de poder alterar el sistema hormonal de nuestro organismo y generar una grave disfunción por efecto acumulativo.
Unido a otros factores del entorno, los disruptores endocrinos pueden desencadenar enfermedades relacionadas con la salud reproductiva de la mujer, trastornos de la función reproductiva del hombre, enfermedades neurológicas, trastornos metabólicos, cáncer de tiroides o problemas cardiovasculares. Puesto que su efecto sobre el organismo es acumulativo y, llegados a un punto de saturación, irreversible, es importante que sepamos dónde se encuentran y cómo esquivarlos.
¿Dónde están los disruptores endocrinos?
Estas sustancias químicas denominadas disruptores endocrinos nos acompañan en nuestro día a día. Tanto es así, que forman parte (sin que nos demos cuenta) de nuestra rutina habitual: en el hogar, en el trabajo, al aire libre… La vía de entrada en el organismo de estas indeseables sustancias puede producirse a través de la respiración, por los alimentos que ingerimos e, incluso, por simple contacto con la capa más superficial de nuestra piel. Algunos de ellos, incluso, por su gran afinidad con nuestro tejido graso, pueden permanecer en el organismo durante años.
Un ejemplo de estos disruptores son los llamados cloropirifos, unos pesticidas prohibidos en la Unión Europea en 2020 por su toxicidad en dosis elevadas. Sin embargo, a pesar de su prohibición, aún se pueden encontrar restos en pequeñas cantidades en el tejido adiposo de muchas personas. Y es que estas sustancias químicas de las que hablamos afectan igualmente a los animales, y al ecosistema, por lo que se han convertido en un verdadero problema de Salud Pública y Ambiental.
Así podemos mantener alejados los disruptores endocrinos
Con el objetivo de interiorizar las medidas oportunas para mantener fuera de juego a los disruptores endocrinos, Mar Santamaría, responsable de Atención Farmacéutica de PromoFarma comparte una serie de consejos muy útiles para todos.
En primer lugar, la experta recomienda aspirar el suelo de nuestra casa, mejor que barrerlo con escoba. De esta manera, nos estaremos evitando inhalar el polvo que se genera. La ventilación es otro punto fundamental a tener muy presente, tanto en el hogar como en el lugar de trabajo, y a diario, para evitar que los contaminantes queden atrapados en el interior de las habitaciones. Puesto que el aire que respiramos en las ciudades no es un aire puro, Santamaría aconseja contar con un sistema de purificación como son los filtros de aire.
Por lo que respecta a la alimentación, vía de entrada de los disruptores endocrinos con demasiada frecuencia, la experta recomienda reducir el consumo de los productos procesados. “Ten en cuenta que, a más procesamiento de un alimento, más carga de sustancias tóxicas”. También debemos priorizar los alimentos frescos, de temporada y de proximidad. Esto, que escuchamos tan a menudo como consejo saludable, es una medida fundamental para evitar sustancias nocivas de la conservación a largo plazo. Siempre que podamos, que sabemos que el precio no siempre es asequible, intentemos consumir productos ecológicos por su menor (o nulo) uso de pesticidas.
Más consejos para evitar las sustancias químicas
Lavar perfectamente las frutas y las verduras para eliminar los pesticidas que puedan albergar en su piel no es opcional, sino obligatorio. Para almacenar productos en tu hogar, es preferible que utilices envases de cristal, mucho mejor que de plástico. Otro consejo de Mar Santamaría: “no rasques las latas de conserva para sacar su contenido, porque estarás ingiriendo mucho más que unos berberechos o atún”.
Para esquivar las sustancias químicas nocivas para la salud es bueno que mantengamos una dieta variada, para no exponernos a un mismo contaminante todo el tiempo. Y mucho cuidado con la acrilamida, sustancia química que se genera de manera natural cuando sometemos a los alimentos ricos en almidón a altas temperaturas. Limitemos las frituras y, por supuesto, esa capa negruzca cuando tostamos en exceso un producto, puesto que ese color es sinónimo de benzopirenos, aceleradoes del cáncer.
Para finalizar, mucho cuidado con los pescados de gran tamaño (pez espada, atún rojo), puesto que suelen contener metales pesados, y corta vida a las sartenes requemadas viejas. Reemplacémoslas antes de que puedan ser peligrosas. Para el vestir: “utilicemos ropa elaborada con tejidos naturales y producción de proximidad para huir del fast-fashion, que no es ni sostenible, ni saludable”. Y, como remate, el consejo insoslayable de la necesidad de practicar ejercicio de manera regular “que favorece que los órganos encargados de metabolizar y eliminar toxinas funcionen correctamente”.