Un factor clave que permite afrontar esta nueva etapa en mejores condiciones es la buena cobertura de vacunación (pauta completa y dosis de refuerzo), aunque todavía hay en España tres millones de personas no vacunadas. La nueva subvariante “sigilosa” se detecta sin problema en tests de antígenos y en PCR.
Por Antoni Trilla, epidemiólogo.
La variante de preocupación ómicron está presente ya en la mayoría de los países del mundo. En Europa es muy prevalente, y en España es hegemónica. Está frenando el número de casos (que sigue siendo muy elevado), de ingresos hospitalarios (que sigue siendo elevado) y en ucis (que es algo menos elevado). Hay decenas de miles de personas aisladas y muchas más que son contactos estrechos. Tenemos muchas bajas y problemas para suplirlas, especialmente en el sistema sanitario y en el educativo. Con todo, la gravedad clínica de la enfermedad producida por ómicron es global y afortunadamente menor que la observada en oleadas anteriores. Por ello, y aun considerando que no es la situación epidemiológica ideal ni mucho menos, se han eliminado esta semana múltiples restricciones.
Ómicron ha supuesto una sorpresa más. Tiene un número muy elevado de mutaciones. Un dato curioso: algunas de estas mutaciones son raras y por sí mismas no proporcionan al virus ninguna ventaja aparente. Sin embargo, actuando de forma conjunta, parecen ser la clave para la mayoría de las funciones “mejoradas” de ómicron. Este fenómeno evolutivo (mutaciones aisladas desfavorables pero favorables al combinarse) se denomina epistasis (no confundir con epistaxis, que es el término médico para las hemorragias nasales…).
Se conocen tres subvariantes (o sublinajes) de ómicron, denominadas BA.1 (la actualmente predominante), BA.2 (bautizada popularmente como “variante sigilosa”) y BA.3. La subvariante “sigilosa” BA.2 se detecta sin problemas en las pruebas antigénicas rápidas y en las pruebas PCR, igual que la subvariante BA.1. Cuando obtenemos una PCR positiva a ómicron BA.1 se puede observar una pérdida de un rasgo característico en otras variantes, como delta. Se trata de una deleción genética denominada SGTF. Nos orienta a que pueda ser ómicron BA.1. La subvariante ómicron BA.2 ha “recuperado” esta pérdida y en las PCR positivas es indistinguible de delta. No “evade” pues la detección ni en las PCR ni en los TAR. El adjetivo “sigilosa” no se corresponde con la realidad clínica: BA.2 hace el mismo “ruido” que BA.1. Hasta ahora la subvariante BA.2 parece ser algo más transmisible que la BA.1. Ambas causan el mismo tipo clínico de enfermedad, ni más ni menos grave. Ambas se comportan frente a las vacunas de igual modo: si estás bien vacunado, tienes menos riesgo de enfermar gravemente. Ómicron BA.2 podría quizás, en caso de predominar, frenar algo la bajada actual de casos.
Quedan semanas de mucho trabajo. Seguimos en pandemia. Winston Churchill dijo en 1942: “Esto no es el final. Ni tan solo es el principio del final. Pero es, quizás, el final del principio”. La guerra terminó en 1945, tres años después.