Los trastornos depresivos son una serie de patologías muy complejas y que si bien afectan principalmente a la salud mental también involucran muchos otros sistemas de nuestro cuerpo.
Por ejemplo, en los últimos años se ha venido investigando en gran medida la influencia que pueden tener en el desarrollo de estas enfermedades factores como la dieta de un individuo. En esta línea, un nuevo estudio publicado en la revista científica especializada Journal of Affective Disorders ha concluido que las personas que consumen una dieta alta en alimentos ultraprocesados tienen más probabilidades de experimentar depresión en hasta una década más tarde.
Actuar sobre la dieta para mejorar la salud mental
Aunque es necesario investigar esta relación más en profundidad, este tipo de trabajos son importantes porque, por un lado, aumentan el corpus de evidencia que sugiere una relación directa entre la dieta y el estado de ánimo y, por otro, porque proponen las intervenciones sobre la alimentación como vía potencial para mejorar la salud mental.
Estas conclusiones emergen del análisis de los datos de 23.299 individuos de entre 27 y 76 años de edad que han participando en el estudio Melbourne Collaborative Cohort Study. Hay que señalar que los autores descartaron a los individuos que ya mostraban malestar psicológico al comienzo del seguimiento o 30 días antes, en base a sus propias respuestas en cuestionarios al respecto.
Posteriormente, se realizó un seguimiento de entre 13 y 17 años, tras el que se midió su salud emocional en base a una escala normalizada de diez ítems conocida como Kessler Psychological Distress Scale.
Una asociación clara
Este método arrojó que efectivamente los adolescentes que consumieron alimentos ultraprocesados de manera regular tenían mayores probabilidades de presentar síntomas depresivos una década más tarde, frente a sus contrapartes con dietas más saludables.
La asociación entre el consumo de alimentos ultraprocesados y la probabilidad de presentar síntomas compatibles con un trastorno depresivo era además linear y no se veía afectada por el sexo biológico, la edad o el índice de masa corporal. Incluso persistía tras tener en cuenta factores como el estatus marital, el número de personas con las que el sujeto convivía y su nivel de actividad física.
Como decimos, la asociación debe investigarse más a fondo y mediante trabajos de otra clase, ya que este tipo de estudios no puede establecer relaciones de causalidad. Sin embargo, esta clase de evidencias sí que proporciona más fuerza a la noción de que es importante cuidar la dieta de cara a mejorar la salud en un amplio abanico de ámbitos diferentes, incluyendo el psicológico o emocional.
Referencias
Melissa M. Lane, Mojtaba Lotfaliany, Allison M. Hodge, Adrienne O’Neil, Nikolaj Travica, Felice N. Jacka, Tetyana Rocks, Priscila Machado, Malcolm Forbes, Deborah N. Ashtree, Wolfgang Marx. High ultra-processed food consumption is associated with elevated psychological distress as an indicator of depression in adults from the Melbourne Collaborative Cohort Study. Journal of Affective Disorders (2023). DOI: