El país africano está ahora mismo en el foco por ómicron, pero no perdamos la perspectiva. En las últimas dos semanas: ellos 102.000 casos, y nosotros, 143.000 con menos población.
Sudáfrica está ahora mismo en el ojo del huracán desde que, el pasado 24 de noviembre, los microbiólogos identificaran la nueva variante ómicron del virus pandémico SARS-CoV-2. Desde aquel día hasta el 7 de diciembre, se han registrado en el país 102.462 nuevos casos de covid-19.
En el mismo periodo, en España se han diagnosticado 143.451 nuevos contagios, según los datos globales recopilados por la Universidad Johns Hopkins. ¡Vaya! ¿Tenemos muchos más casos que el país que actualmente es el epicentro del pánico a ómicron y donde se han cancelado vuelos desde todo el mundo? Hay que hacer dos matizaciones importantes: por un lado, es cierto que nuestro país cuenta con sistemas de detección más fiables que Sudáfrica, donde se espera un mayor infradiagnóstico. Pero, por el otro, nosotros tenemos 47 millones de habitantes y ellos más de 60.
Actualmente, España oscila entre quienes debaten sobre la necesidad de los certificados covid, los que peregrinan a los centros de vacunación para recibir la tercera dosis y los que arquean las cejas cuando ven titulares de urgencias saturadas en el País Vasco. ¿Puede irse la cosa de las manos por culpa de ómicron? ¿Cómo hemos superado a Sudáfrica en casos si casi cuadruplicamos su tasa de vacunación?
¿Incidencias comparables?
Desde el pasado 26 de noviembre los vuelos entre España y Sudáfrica o Botsuana están suspendidos. Cuando se tomó esta decisión, la incidencia en nuestro país era unas siete veces superior a la del país africano. En los últimos días, Sudáfrica se está acercando a nuestros registros de positivos por habitante, aunque actualmente seguimos por encima.
La subida de casos ha sido explosiva, particularmente en la provincia de Gauteng —donde se encuentran Johannesburgo y Pretoria, dos de las ciudades más pobladas—, pero la situación a nivel estatal es muy heterogénea. Hasta hace un mes, todo el país estaba disfrutando del verano austral y registrando una media semanal de apenas 275 nuevos casos diarios. En la última semana, sin embargo, han entrado en las estadísticas más de 10.000 contagios cada 24 horas.
España ha seguido el camino contrario y, tras tocar techo (582 de incidencia) en la ola veraniega que afectó sobre todo a los jóvenes aún no vacunados, los contagios han ido reduciéndose hasta el pasado 1 de noviembre, cuando comenzó a registrar un leve —aunque constante— incremento que ha ido acompañando al paulatino descenso de las temperaturas.
¿Cómo de representativos son los datos de Sudáfrica? España actualmente triplica su capacidad de hacer test (según Our World in Data hacemos 2,5 test por cada 1.000 personas frente a los 0,85 de Sudáfrica), pero la diferencia podría no ser tan abultada, ya que Pretoria no contabiliza el número de test, sino las personas que se lo han hecho.
Lo más esperanzador
Aunque de momento sigue en fase de ‘pre-print’ y chascarrillo de médicos sudafricanos, el rumor de que ómicron podría ser una variante más leve en cuanto a enfermedad que sus predecesoras sigue extendiéndose. Los datos de fallecimientos parecen apuntar en esa dirección. Aunque se identificó a finales de noviembre, las autoridades sospechan que ómicron podría llevar al menos un mes circulando por Gauteng y alrededores, por lo que el inexorable devenir de los fallecimientos debería comenzar a repuntar en las gráficas tras el aumento de casos y hospitalizaciones, que pasaron de 547 a 1.027 semanales entre el 6 y el 27 de noviembre.
Esto, de momento, no ha sucedido.
Sudáfrica, no obstante, venía de una situación bastante grave en cuanto a muertes, que se registraron mayoritariamente en julio y agosto, coincidiendo con el invierno austral. Por aquel entonces, menos del 5% de su población contaba con la pauta completa mientras en España nos esforzábamos por alcanzar el ansiado objetivo del 70% de vacunados.
Aunque desde mediados de septiembre el ritmo en España se ha estancado hasta superar por poco el 80%, en Sudáfrica el incremento ha sido constante, aunque mucho más lento: actualmente están rozando el 25% de la población con pauta completa de vacunación. La gran duda es si esto ha sido suficiente para proteger de ómicron a la población más vulnerable o si todo es mérito de la menor letalidad de esta variante.
Lo más preocupante
Otras voces sugieren que, en realidad, lo que ha absorbido ese impacto es la inmunidad previa de la que gozaban muchos sudafricanos, hasta un 72% según un estudio serológico citado aquí por Shabir Madhi, profesor de
Pero, si algo nos ha enseñado esta pandemia, es a coger con pinzas las cifras de seroprevalencia. También en España todo el mundo creía haber pasado el covid hasta que el estudio del Carlos III nos dio un baño de realidad con aquel 10 a 15% de presencia del virus entre nosotros. En Sudáfrica, este tipo de estudios han abarcado una horquilla muy por debajo de ese 72%. Por ejemplo, uno realizado entre agosto y octubre de 2020 en la provincia de Gauteng ofreció una seroprevalencia del 27%. Más recientemente, otra encuesta serológica practicada a más de 6.300 personas de la misma provincia arrojaba un 19% de prevalencia.
Estos datos cuadran más con la parte más preocupante de la situación en Sudáfrica: la tasa de reproducción del virus o a cuántas personas es capaz de contagiar cada nuevo caso. Como recordaremos de aquellas explicaciones sobre el R0 que dábamos cuando la pandemia profunda, la tasa debe estar por debajo de 1 para que la epidemia se considere en recesión. De forma natural, la tasa de reproducción para el covid-19 estaba entre 2 y 3.
Sudáfrica, con toda su inmunidad natural o vacunal, registra actualmente una tasa del 2,25 y en aumento, mientras que la de España aparece estabilizada en torno al 1,4. No lo bastante alto como para alarmarse, pero lo suficiente como para saber que aún no vamos a eliminar la experiencia pandémica de nuestras vidas. Antonio Villareal (EC)