Esto es lo que dice la ciencia sobre si es recomendable o no tomar cóctel de frutas en lata

Consumir fruta a diario es esencial para mantener una dieta saludable y prevenir enfermedades, pero no todas las opciones disponibles en el mercado ofrecen los mismos beneficios. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la ingesta adecuada debe alcanzar al menos 400 gramos diarios, lo que equivale a unas cinco porciones entre frutas y hortalizas, sin contar tubérculos como las patatas.

La misma organización destaca que una alimentación equilibrada debe priorizar el consumo de alimentos frescos como frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales integrales. Además, la OMS recomienda limitar el consumo de azúcares libres a menos del 10% de la ingesta calórica total, lo que en una dieta de 2.000 kcal al día equivale a no más de 50 gramos. Para obtener beneficios adicionales, el consumo ideal no debería superar el 5% del total calórico, es decir, unos 25 gramos diarios.

Qué supone incluir cóctel de frutas en lata a la dieta

En este contexto, muchas personas se preguntan si el cóctel de frutas en lata es una alternativa válida o si, por el contrario, conviene limitar su presencia en la dieta. Este producto consiste en una mezcla de frutas troceadas —como melocotón, pera, piña o uva— que se conserva en líquido para prolongar su vida útil. Puede encontrarse en dos versiones: en almíbar o en su jugo natural.

En el caso del almíbar, las frutas se sumergen en una solución de agua con azúcar añadida, lo que eleva significativamente su contenido calórico y de azúcares libres. Esta preparación altera la composición nutricional original de la fruta, disminuye su aporte de fibra y puede convertir un producto saludable en una fuente de azúcares no recomendados, especialmente si se consume con frecuencia.

El melocotón fresco aporta unas 38 kilocalorías por cada 100 gramos, mientras que en almíbar la cifra asciende a 90 kilocalorías

Desde el punto de vista nutricional, las frutas en almíbar conservan algunos nutrientes esenciales como vitaminas y minerales. Por ejemplo, el melocotón en conserva contiene cantidades relevantes de vitamina A, incluso más que su versión fresca. Sin embargo, su contenido de potasio y vitamina C suele ser menor. Además, la textura y el sabor de la fruta cambian durante el proceso, volviéndose más dulces y menos naturales.

Un ejemplo ilustrativo es el del melocotón: el melocotón fresco aporta unas 38 kilocalorías por cada 100 gramos, mientras que en almíbar la cifra asciende a 90 kilocalorías en la misma cantidad. Esta diferencia se debe exclusivamente al azúcar añadido, lo que lo convierte en una opción menos recomendable si se busca controlar la ingesta calórica o seguir una alimentación equilibrada.

Cuando se comparan ambas versiones, la opción en su jugo natural o sin azúcares añadidos es claramente preferible. Aunque sigue siendo un producto procesado, mantiene parte de los beneficios nutricionales de la fruta y no suma azúcares extra. En cambio, el cóctel de frutas en almíbar puede contribuir al aumento del riesgo de obesidad, diabetes tipo 2 o enfermedades cardiovasculares si se consume de forma habitual.

En definitiva, el cóctel de frutas en lata puede formar parte de una dieta saludable solo si se elige correctamente y se consume de forma ocasional. La versión sin azúcar añadido o al natural es una alternativa aceptable cuando no se dispone de fruta fresca, pero siempre conviene priorizar los productos naturales, frescos y sin procesar para cumplir con las recomendaciones de organismos como la OMS.

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