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El maíz es uno de los cereales más consumidos en el mundo, utilizado en diversas preparaciones culinarias. Tradicionalmente, se ha consumido entero y asado, pero en la actualidad su versión en lata se ha convertido en un producto habitual en muchas cocinas. Su facilidad de conservación y versatilidad lo hacen ideal para ensaladas, guarniciones y otras recetas.
El maíz es una fuente de vitaminas A y C, además de minerales como hierro, magnesio, cobre, zinc y fósforo. Contiene antioxidantes clave como la zeaxantina y la luteína, que favorecen la salud ocular y protegen la piel del envejecimiento prematuro.
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El potasio presente en el maíz favorece la salud cardiovascular, ayudando a mantener niveles adecuados de presión arterial. Al no contener gluten, es una alternativa apta para personas con celiaquía o intolerancia. Su contenido en fibra insoluble permite mejorar la función intestinal y prolongar la sensación de saciedad, lo que puede ser beneficioso para el control del peso.
Además, el maíz es bajo en calorías y tiene un alto contenido en fibra, lo que lo convierte en un alimento ideal para incluir en una dieta equilibrada. Contiene tanto fibra soluble como insoluble. La fibra soluble se descompone en los intestinos formando un gel que puede contribuir a la regulación del colesterol. Por otro lado, la cubierta de cada grano de maíz es una fuente de fibra insoluble, un tipo de fibra no digerible que pasa por el sistema digestivo prácticamente intacta. Esto ayuda a añadir volumen a los movimientos intestinales y puede aliviar el estreñimiento. Además, actúa como prebiótico, favoreciendo el crecimiento de bacterias beneficiosas en el intestino y promoviendo una microbiota saludable.
¿Es saludable tomar maíz en lata?
Un estudio de 2023 analizó cómo los diferentes métodos de procesamiento afectan su composición nutricional. Los resultados indican que el enlatado reduce significativamente las concentraciones de sacarosa y azúcar simple total y aumenta el contenido de almidón. También se identificó una disminución en el contenido de kestosa, un oligosacárido presente en el maíz dulce. El análisis reveló que el procesamiento térmico puede alterar la composición de monosacáridos y polisacáridos, afectando su digestibilidad.
Un aspecto a considerar es el contenido de almidón en su composición. Aunque este carbohidrato no es un componente perjudicial, un estudio de la Universidad de Harvard en 2015 señaló que el maíz podría estar más asociado con el aumento de peso que otros vegetales similares. La investigación, publicada en la revista ‘PLOS Medicine’, señaló directamente al maíz, los guisantes y las patatas por su relación con una subida de peso entre los participantes. En concreto, una ración adicional diaria se asoció con un aumento promedio de 900 gramos cada cuatro años.

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Sin embargo, esto no significa que el maíz sea malo; ya que su valor nutricional, como el aporte de minerales y fibra, lo convierte en un alimento saludable. El principal factor es su alto índice glucémico, que puede reducir la sensación de saciedad y favorecer el picoteo, lo que puede llevar a un consumo extra de calorías y, a largo plazo, a un aumento de peso, tal como mostró el estudio de Harvard.
Por tanto, en cuanto al maíz en lata, sigue siendo una opción nutritiva y práctica, aunque su procesamiento modifica algunos de sus componentes. Para quienes buscan maximizar sus beneficios, combinarlo con fuentes de fibra fresca y optar por variedades sin aditivos añadidos puede ser una buena estrategia. Como en cualquier alimento procesado, leer la etiqueta y priorizar opciones con menor cantidad de sodio y conservantes resulta fundamental.