El pasado fin de semana, el streamer Ibai Llanos comentaba en la plataforma Twitch que sufre una pérdida de visión del 70% en el ojo izquierdo, según explicó como resultado de una “infección de herpes” que tuvo siendo pequeño.
Y es que de hecho, los problemas de visión, incluyendo la ceguera en varios grados, son una complicación que puede darse en algunos casos como resultado tanto del herpes zóster ocular como de la queratitis por herpes simple, por lo que es vital acudir a recibir atención médica si detectamos cualquier signo de estos problemas.
¿Qué es y cómo se detecta el herpes zóster ocular?
El herpes zóster ocular es una infección por el virus de la varicela zóster que afecta al nervio óptico. A menudo, es el resultado de una reactivación del virus de la varicela, por lo que las personas que han pasado por esta enfermedad son más propensas a sufrir el herpes.
Característicamente, se presenta en la forma de una erupción con ampollas dolorosas en la cara y el ojo, que se pone rojo y puede dolor también. Igualmente, pueden aparecer otros signos como dolor de cabeza, fiebre, falta de apetito y malestar general.
El mayor peligro está en la afectación del nervio óptico, que puede dar como resultado un buen número de complicaciones sobre todo relacionadas con la visión. Así, por ejemplo, pueden aparecer cicatrices permanentes en el ojo, glaucoma y pérdidas de visión.
¿Qué es y cómo se detecta la queratitis por herpes simple?
Otra infección por un virus de la familia Herpesviridae que puede provocar pérdidas de visión es la queratitis por herpes simple, una infección por los virus del herpes humano 1 o 2 que afecta a la córnea y a veces el iris.
Suele presentarse como una infección primaria en la infancia, en forma de conjuntivitis autolimitada sin grandes complicaciones. Es, no obstante, cuando más adelante toma la forma de una infección recurrente cuando puede causar las peores complicaciones.
Cuando esto sucede, más adelante en la vida, aparece queratitis epitelial, con lagrimeo, sensación de cuerpo extraño y una lesión característica (dendrítica o serpenteante). Cuando las recurrencias son múltiples, puede aparecer hipostesia o anestesia corneana, ulceración, cicatrización permanente de la córnea y disminución de la visión.
