Por Niki Civit, residente en Nueva York desde el 2015 y trabaja en Headway, una start-up que lidera la accesibilidad de la salud.
Desestigmatización e inversión en salud mental: una fórmula ganadora para la descongestión del sistema sanitario. Defender el sistema de salud americano es imposible. Mayoritariamente privado y motivado por la maximización de beneficios, su capitalismo feroz promueve unas carencias colosales de acceso y unos elevados costes para el paciente. Pero este modelo, liderado por los seguros privados, ha puesto su interés en la salud mental, un segmento de la sanidad con mínima inversión y estigmatizado. La gente necesita cuidar su salud mental. El sistema sanitario lo necesita aún más. Los estudios demuestran que una salud mental sana reduce los costes de la atención médica. Personas diagnosticadas con depresión o trastornos por uso de sustancias que reciben la atención necesaria suponen un coste total médico inferior en comparación con las que no son atendidas. Un individuo con ansiedad tiene más probabilidades de desarrollar problemas cardiovasculares a largo plazo, y eso puede traducirse en miles de dólares para el sistema sanitario. Sea a través de seguros médicos privados o de la sanidad pública, invertir en salud mental es imprescindible para la salud y una oportunidad para ahorrar costes a posteriori.
Fomentar el acceso y la asequibilidad de la salud mental pasa por integrar a los profesionales en salud mental en nuestro sistema de sanidad. La salud mental es fundamental para nuestro bienestar y disponer de los recursos suficientes para su cuidado, un derecho esencial para todos. Pero aún estamos muy lejos de tener un modelo que funcione. Hay un problema de acceso: no hay suficientes profesionales de la salud mental trabajando en modelos sanitarios cubiertos, sean públicos o a través de seguros privados, lo que conlleva un problema de coste. El paciente se ve obligado a pagar un precio inaccesible para acceder a un psicólogo o psiquiatra, convirtiendo el acceso a la salud mental en un lujo para unos pocos. Necesitamos integrar a estos profesionales en el modelo sanitario para que el profesional pueda recibir la tarifa que merece (y acabar con unas tasas de reembolso muy bajas, que menosprecian el servicio prestado) y para que el paciente pueda acceder por un precio muy reducido (o gratuito) al cuidado de su bienestar emocional. La inversión para las arcas públicas (y/o seguros privados) puede, y debe, ser elevada. Pero es una necesidad primordial para nuestra sociedad. Y una fórmula inteligente para reducir costes totales.