Los daños de la covid leve en el cerebro cuatro meses después de padecerla: del olfato a la lentitud mental

Hace tiempo que muchos estudios vienen advirtiendo de los efectos deletéreos de la covid en el sistema nervioso. No obstante, la naturaleza y el alcance de estos daños no han terminado de estar del todo claros, en parte por la metodología de estas investigaciones.

Ahora, un estudio longitudinal (a lo largo del tiempo) sobre una gran cohorte de pacientes nos acerca a comprender un poco más de que manera la covid afecta a nuestro sistema nervioso y, más específicamente, a nuestro cerebro.

Un 0,3% menos de masa cerebral

El trabajo en cuestión, del que se ha publicado una versión preliminar en el medio especializado Nature, analiza imágenes de 800 pacientes obtenidas por escáner cerebral en dos momentos distintos y extraídas de la gran base de datos UK Biobank. Para cada participante, entre cada resonancia hay al menos 3 años de diferencia: la primera se tomó antes de la pandemia y la segunda durante la misma. La mitad de los pacientes fueron diagnosticados con covid en ese lapso de tiempo, y de media habían pasado cuatro meses y medio desde la infección al momento de la última instantánea.

De esta manera, han identificado un fenómeno significativo: de media, los infectados por la covid habían perdido un 0,3% de masa cerebral, en comparación con los no infectados. Esta pérdida no se distribuye por igual en todas las regiones cerebrales, sino que es más pronunciada en algunas como el la corteza orbitofrontal o el giro parahipocampal, relacionadas principalmente con el sentido del olfato, y afecta especialmente a la materia gris.

Además, no todos los pacientes mostraban el mismo grado de afectación, sino que comparativamente el daño es mayor a medida que aumenta la edad de la persona afectada.

Velocidad reducida en la ejecución de tareas complejas

Junto a esto, los investigadores también tuvieron en cuenta una serie de test cognitivos que los afectados habían realizado, y que son los empleados para estimar el daño en este aspecto de enfermedades degenerativas y de otra naturaleza. 

Estas pruebas, si bien fueron superadas con éxito por la gran mayoría de quienes habían pasado la enfermedad pandémica, arrojaron que los infectados habían experimentado un cierto deterioro que se traducía principalmente en una mayor lentitud y dificultad a la hora de realizar tareas complejas.

Cabe subrayar que, de los 400 contagiados que han participado en el estudio, sólo 15 fueron hospitalizados; el resto pasaron una enfermedad leve. Es decir, que la investigación sugiere, como ya han advertido otros trabajos previos, que los daños encefálicos por la covid podrían también ser prevalentes en los casos menos graves.

Cómo la covid daña el cerebro

Esta investigación tiene una serie de grandes fortalezas que la distinguen de otras. Por una parte, utiliza una cohorte amplia de pacientes; frente a esto, la mayoría de la literatura previa consistía en reportes de caso o en estudios sobre unos pocos pacientes muy específicos. Por otra, su extensión a lo largo del tiempo permite hacernos una mejor idea de la escala temporal de los daños cerebrales descritos.

En cambio, los autores no relacionan estos fenómenos con síntomas y complicaciones de la covid comúnmente descritas, como la anosmia o hiposmia (pérdida total o parcial del olfato), la niebla mental o las cefaleas. Esto no impide que constituya una evidencia muy valiosa de los efectos de la infección por SARS-CoV-2 en el sistema nervioso e, incluso, un paso adelante para comprender los daños que causan los distintos patógenos que contraemos durante nuestra vida.

Actualmente, existen tres teorías principales para explicar cómo y por qué la covid afecta al cerebro. Una de ellas postula que la infección pasa a los tejidos encefálicos y que es el propio virus el que directamente los daña. Otra propone, por el contrario, que es la reacción inmune del propio cuerpo la que causa estragos. La última defiende que la covid daña ciertos nervios periféricos, como los implicados en el sentido del olfato, y la falta de información atrofia la parte correspondiente del cerebro. Sea como sea, lo que está claro es que este hallazgo constituye un motivo más para extremar las precauciones frente a la pandemia de coronavirus.

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