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Una alimentación equilibrada desempeña un papel fundamental en el cuidado del corazón, según coinciden los expertos en cardiología. Mantener unos hábitos saludables puede prevenir el desarrollo de enfermedades cardíacas, reducir el colesterol y controlar la presión arterial, factores clave para una buena salud cardiovascular. La elección de alimentos adecuados, junto a una moderación en las porciones, son estrategias efectivas recomendadas por cardiólogos, recogen en Mayo Clinic.
Optar por alimentos naturales y ricos en nutrientes es esencial para el bienestar del corazón. Frutas, verduras y granos integrales destacan entre las opciones más recomendadas. Según los especialistas, estos alimentos son bajos en calorías, ricos en fibra y contienen antioxidantes que contribuyen a proteger las arterias y prevenir la acumulación de placa. Además, el consumo regular de pescado azul, como salmón y caballa, ofrece ácidos grasos omega-3, que ayudan a reducir los triglicéridos y disminuir la inflamación.
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Frutas, verduras y granos integrales: pilares de la dieta
Las frutas y verduras frescas son esenciales en una dieta saludable. Además de aportar vitaminas y minerales, su consumo diario favorece la reducción de alimentos procesados y altos en sodio. Entre las opciones más recomendadas se encuentran las verduras de hoja verde, como espinacas y brócoli, así como frutas ricas en antioxidantes, como las fresas, las manzanas y las naranjas. Es recomendable evitar las verduras fritas o aquellas frutas con añadidos como almíbares.
En el caso de los granos integrales, los cardiólogos subrayan la importancia de sustituir los cereales refinados por opciones más saludables como la avena, la quinoa, el arroz integral o el pan de trigo 100% integral. Estos alimentos ayudan a controlar la glucosa en sangre, reducen el riesgo de enfermedades cardíacas y aportan energía de manera sostenida. Se recomienda evitar las harinas refinadas y los productos ultraprocesados.
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Proteínas magras y grasas saludables
Elegir fuentes de proteínas magras y evitar las carnes con alto contenido de grasa es otro consejo clave. El pescado graso, el pollo sin piel, las legumbres y los productos lácteos bajos en grasa son opciones recomendadas. Los cardiólogos también destacan los beneficios de incorporar frutos secos, semillas y aguacate en la dieta, ya que contienen grasas insaturadas que favorecen la salud cardiovascular.
Por otro lado, reducir las grasas saturadas y eliminar las trans es indispensable. Limitar el consumo de mantequilla, carnes procesadas, productos fritos y alimentos ultraprocesados puede contribuir significativamente a la mejora de los niveles de colesterol y a la prevención de enfermedades del corazón. Las grasas saturadas no deberían de sobrepasar el 6% de la ingesta calórica, y es mejor elegir grasas como las del aceite de oliva o los aguacates.
Control del sodio y planificación de menús
El exceso de sodio en la dieta es un factor que contribuye a la hipertensión arterial, un problema directamente relacionado con las enfermedades cardíacas. Los cardiólogos recomiendan priorizar especias naturales para condimentar los alimentos y elegir productos reducidos en sal. Asimismo, es aconsejable planificar menús que incluyan una combinación de verduras, proteínas magras y granos integrales, garantizando así una alimentación equilibrada.
Adoptar pequeños cambios en la dieta diaria puede marcar una gran diferencia a largo plazo. Controlar las porciones, incluir alimentos frescos, ricos en nutrientes y limitar las grasas saturadas y el sodio son estrategias sencillas, pero efectivas que permiten mantener un corazón fuerte y saludable. La clave reside en la moderación, la variedad y la constancia en los hábitos alimenticios.