La crisis sanitaria ocasionada por la pandemia ha llevado al límite a numerosas familias. Los últimos datos indican un incremento de autolesiones y suicidios en menores debido a la incertidumbre y al aislamiento social.
La Asociación Española de Pediatría ha creado un Grupo de Trabajo multidisciplinar de Salud Mental en la Infancia integrado por profesionales pediátricos de la Sociedad de Psiquiatría Infantil (SPI), la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas (SEUP) y la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP) que piden atender a los niños en riesgo y a sus familias.
En un comunicado, los pediatras han avisado del aumento de algunas secuelas psicológicas como el incremento de la ideación suicida (+244,1 %), ansiedad (+280,6 %) y baja autoestima (+212,3 %) durante el confinamiento.
Durante 2020, la Fundación ANAR (Fundación de Atención de Niños y Adolescentes en Riesgo) atendió un 145 % más de llamadas de menores con ideas de suicidio y un 180 % más de autolesiones con respecto a los dos años previos. Castilla y León y Madrid fueron las regiones con más casos.
Asimismo, ese año se suicidaron en España 14 niños menores de 15 años (7 niños y 7 niñas), el doble que el año anterior.
El confinamiento, la presión socioeconómica de las familias, el miedo por la pandemia y el duelo por seres queridos y el incremento de actividades sedentarias han sido factores determinantes en el aumento de las autolesiones e intentos de suicidio en menores.
Ausencia de un plan nacional de prevención
Las asociaciones pediátricas denuncian la ausencia de un un plan nacional para la prevención del suicidio. Aunque algunas Comunidades Autónomas como Madrid poseen su propio plan, otras carecen de él, lo que dificulta el seguimiento de una estrategia.
Azucena Díez, miembro del grupo de trabajo de Salud Mental en la Infancia de la Asociación Española de Pediatría (AEP) y presidenta de la Sociedad de Psiquiatría Infantil de la AEP (SPI-AEP), explica a EFEsalud que “un buen plan de prevención debe incluir a todos los profesionales sanitarios que atienden a menores como pediatras, servicios socio-sanitarios y profesionales del mundo de la educación”.
La sanitaria matiza que “los médicos y pediatras de atención primaria, junto al personal de enfermería son un grupo fundamental para prevenir conductas suicidas, puesto que están en contacto con los niños y sus familias”.
“Lo ideal es que todos tengan conocimientos básicos, no a un nivel de psiquiatra clínico, pero sí que sepan cómo distinguir si esas autolesiones tienen una intención suicida y determinar su gravedad”, aclara la experta.
La importancia de los centros escolares
Los colegios y demás centros educativos deben ser otras de las claves en esta estrategia. En España, la escolarización es obligatoria hasta los 16 años. Por ello, pueden actuar como “reguladores de la conducta de los niños”, señala Azucena Díez.
Díez afirma que “los colegios deben contar con asignaturas de educación emocional, donde se enseñe a los niños a expresar sus sentimientos, herramientas para solucionar conflictos y sobre todo, prevención ante situaciones de posible acoso”.
“Hay cierta controversia sobre si hablar del suicidio de forma directa a los adolescentes puede ser útil o puede dar ideas por generar cierto efecto contagio. Lo interesante sería hacer una prevención más global”, explica.
Las organizaciones pediátricas establecen las siguientes prioridades básicas:
- Implantar planes de formación para profesores, orientadores y equipo directivo.
- Detectar factores de riesgo y establecer medidas de atención y seguimiento tras una conducta suicida.
- Conocer estrategias útiles para evitar el empeoramiento de la conducta o un posible efecto de imitación.
- Comunicarse con las familias de forma rápida, fluida y con sensibilidad.
- Formar a alumnos de apoyo para detectar casos en el centro escolar y las redes sociales.
- Mejorar e incrementar los recursos materiales y humanos de atención a la salud mental dirigidos a niños y adolescentes.
¿Cómo pueden cuidar las familias la salud mental de los niños?
Azucena Díez destaca que “lo más importante es la comunicación, aunque en la etapa de la adolescencia puede ser complicado”.
“Todos hemos sido adolescentes y parece que nuestros padres se convierten en rivales. Muchos se quejan de que sus padres están muy ocupados, no quieren preocuparles o que expresar sus sentimientos podría invalidarlos”, afirma la experta.
En consecuencia, muchos niños recurren a los post en redes sociales o a gente de su edad para pedir ayuda ante este tipo de situaciones. Sin embargo, Díez recuerda que “tarde o temprano tendrán que hablar con sus padres”.
“El primer mensaje para los padres es intentar crear un clima con una comunicación abierta y fluida para hacer sentir cómodo al adolescente. Esto parece muy fácil, pero es realmente complicado, aunque hay que intentarlo”, expresa.
Acercarse a sus temas de interés, no acribillarles a preguntas y no dirigirse a ellos en tono de orden o culpabilización son algunas de las claves para mantener una buena comunicación, según la pediatra.
“Cuando un adolescente se siente triste, deprimido o desesperanzado y ellos mismos tienen la capacidad de contárselo a sus padres dice mucho de la dinámica familiar”, valora.
¿Cómo se debe actuar ante un caso de autolesiones o intento de suicidio en menores?
Ante una señal de alerta, Díez manifiesta: “Ante un caso de autolesiones o intento de suicidio lo ideal sería hablar primero con el pediatra para que pueda valorar si debe derivar el caso a salud mental con urgencia”.
Sin embargo, la sanitaria avisa que aquí se presentan otros problemas como es la falta de formación de los profesionales. “A menudo, los médicos de atención primaria y pediatras no se sienten formados para hacer una exploración básica”, apunta.
Asimismo, las listas de espera, la saturación de los programas y la falta de profesiones de salud mental dificultan el tratamiento de los casos.
La pediatra añade que “la brecha social es otro problema que les preocupa especialmente, ya que el acceso para muchas familias está muy limitado”.
“Las familias que están concienciadas y tienen medios económicos podrán acudir a un especialista privado para agilizar ese proceso, y luego tienen mejores pronósticos. Esto es muy triste y lo considero una injusticia”, señala.
El suicidio, primera causa de muerte no natural entre jóvenes
La pandemia ha dejado al descubierto el sufrimiento psicológico de miles de personas. Los jóvenes y niños son un grupo especialmente damnificado como informa la Asociación Española de Pediatría.
Actualmente, el suicidio es la primera causa de muerte no natural en España en jóvenes, según datos del Instituto Nacional de Estadística.
El Instituto de la Juventud (INJUVE) informa de tasas de prevalencia mundial de los trastornos emocionales entre un 6,5 % para los trastornos de ansiedad y 2,6 % para los trastornos depresivos en población infantojuvenil (entre 6 y 18 años).
Un mensaje de esperanza
Azucena Díez afirma que “a todos esos niños se debe dar un mensaje de esperanza y de que no están solos porque todo tiene solución, aunque no lo parezca”.
Además, recuerda que pueden contactar con un adulto como es el director del colegio, servicios sociales o teléfonos de emergencia como el 112.
En España, existen numerosas vías para pedir ayuda en caso de suicidio. Por un lado, el Teléfono de la Esperanza (717 00 37 17), atendido por una ONG.
La Fundación ANAR, específica para niños y adolescentes, también atiende casos de autolesiones y suicidio en la infancia.
Asimismo, el Gobierno aprobó en diciembre pasado la puesta en marcha del 024, un teléfono de atención al suicidio que estará disponible en mayo para todo el Estado.
Redes sociales como Instagram, Tik Tok o Facebook poseen protocolos para proporcionar ayuda en caso de riesgo de suicidio con teléfonos específicos para cada país.