El reino vegetal es increíblemente variado, y son muchas las plantas con diferentes propiedades que afectan a nuestra salud. De hecho, no es de extrañar que de ellas se extraiga un buen número de medicamentos.
Por este mismo motivo, es preciso ser cautos con las plantas que consumimos, y los extractos y sustancias obtenidas de ellas sólo deben usarse con conocimiento de causa para evitar riesgos innecesarios.
Suplementos vs medicamentos
Por ejemplo, recientemente, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) emitió una advertencia sobre el uso de complementos alimenticios que contienen raíz de Cimicifuga racemosa, una planta empleada tradicionalmente para tratar afecciones como el síndrome premenstrual o las molestias asociadas a la menopausia.
De hecho, a base de esta raíz se preparan tanto medicamentos aprobados para atajar este tipo de problemas como suplementos alimenticios, y es sólo a estos últimos a los que afecta la advertencia.
El principal motivo de preocupación es que las concentraciones que contienen los complementos alimenticios se mueven en un rango muy amplio, por la menor regulación a la que están sometidos. Esto dificulta la administración de un dosaje preciso.
Sospechas de hepatotoxicidad
No sólo eso; la literatura científica ha confirmado la eficacia de los medicamentos a base de Cimicifuga racemosa para tratar las condiciones previamente descritas, pero no así la de los suplementos a base de la planta.
Y, aunque a nivel general se considera que su ingesta es segura, en la práctica, advierte el organismo, el uso de estos complementos se ha asociado con casos de lesiones hepáticas. La evidencia en este sentido parece apuntar a que no existe una relación causal entre el consumo y la lesión, pero a falta de estudios que indaguen más profundamente en la naturaleza de la correlación, se recomienda prudencia en su uso, especialmente en personas con la función hepática alterada.