“Yo es que soy muy empático” puede sonar a frase de perfil de Tinder o a eso que respondemos en una entrevista de trabajo cuando nos preguntan cuál es nuestro peor defecto o si sabemos trabajar en equipo. Pero, más allá de una frase hecha que nos hace quedar bastante bien, ¿qué es ser empático? ¿qué implica? ¿se puede trabajar? ¿somos todos empáticos? Y, sobre todo, ¿podemos llegar a serlo?
En general, si pedimos a alguien que defina lo qué es la empatía, no sería raro que nos dijera “la capacidad de ponerse en el lugar del otro”. Y sí, pero no solo. Hay mucho más allá.
De qué hablamos cuando hablamos de empatía
El diccionario de Cambridge define la empatía como “la habilidad de compartir los sentimientos o experiencias de otras personas, imaginándonos cómo sería estar en la situación de esa persona”. Por su parte, la RAE se refiere a la empatía como el “sentimiento de identificación con algo o alguien” o la “capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos”.
En general, desde la psicología se entiende la empatía como la capacidad de reconocer, entender y compartir los pensamientos y sentimientos de otras personas, pero también de personajes de ficción, por ejemplo. Una de las particularidades de la empatía es que no es necesario que estemos de acuerdo con el punto de vista de las otras personas para poder entenderlo y reconocerlo.
De dónde viene la empatía
La empatía parece tener raíces profundas en nuestra evolución ya que nos habría ayudado a cooperar, así como a comprender y poder atender las necesidades más básicas de los bebés. Algunos estudios encuentran, además, que la empatía podría tener una base genética.
De esta manera, la empatía podría ser, en parte, hereditaria. Pero la pregunta es, ¿podemos aumentar o reducir nuestros niveles de empatía naturales o heredados? Y la respuesta es sí.
Cómo cultivar y trabajar la empatía
Cultiva la curiosidad por otras personas (sin son diferentes a nosotros mejor todavía)
Las investigaciones encuentran que pasar tiempo con personas que conocemos menos y hacerles preguntas sobre ellos mismos, es una buena manera de desarrollas y cultivar la empatía. Además, relacionarnos con gente que venga de mundos y contextos diferentes al nuestros, puede ser de gran ayuda.
Por otro lado, es importante cómo estamos cuando estamos con otras personas. Intentar estar presentes en la conversación y escuchar y preguntar activamente
Evalúa tus prejuicios
Todos tenemos prejuicios y es perfectamente normal. Se tratan de una forma en la que nuestro cerebro categoriza las cosas para simplificar el mundo alrededor y poder entenderlo mejor. Sin embargo, estos prejuicios pueden ser perjudiciales cuando no solo los usamos para obtener información de nuestro entorno de forma rápido, sino que los usamos de manera injusta contra otras personas y haciendo generalizaciones excesivas sin pruebas o sin análisis profundo.
Estos prejuicios parecen impactar en nuestra capacidad de desarrollar la empatía. Por eso, intentar evaluar nuestros prejuicios, analizar la información que tenemos de manera más profunda y ponerlos a prueba o a examen, relacionándonos con esa gente sobre la que tenemos prejuicios, puede ayudarnos a desarrollar la empatía.
Leer mucho (mejor todavía sin son novelas)
Las investigaciones encuentran que leer mucho, aumenta nuestra inteligencia emocional y esta está directamente relacionada con la empatía. Leer periódicos, revistas, contenido online, y literatura de no ficción, proveniente de contextos muy diferentes, te permite tener acceso a personas y escenarios muy variados.
Las novelas de ficción son especialmente buenas para trabajar la empatía porque te permiten introducirte de manera muy profunda en las vidas de numerosos personajes. Y no solo eso, sino que te ofrecen información sobre su forma de ver la vida, su contexto y la manera en la que entienden la realidad, de una forma muy profunda.
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