Noticiero del Corazón: el horror cardíaco de la guerra de Ucrania

El corazón sabe de emociones y no de razones; y una catástrofe inconmensurable como es la guerra, el paradigma de las catástrofes, ya sean naturales o provocadas, genera un incremento sustancial de estados de estrés y ansiedad, de dolores torácicos, de insuficiencias cardíacas y, lo que es más peligroso, de casos de infarto agudo de miocardio, ictus y arritmias

Noticiero del Corazón: el horror cardíaco de la guerra de Ucrania

El doctor Carlos Macaya Miguel, cardiólogo y catedrático emérito de Medicina en la Universidad Complutense (UCM), pone el foco divulgativo en la guerra de Ucrania: “Es una catástrofe terrible, evitable e inasumible. Es, por su naturaleza, el paradigma de todas las catástrofes”, dice entristecido.

“Los políticos implicados son y serán responsables directos de la mortalidad causada por los diferentes accidentes cardiovasculares que puedan sufrir los ucrania@s, no solo por la acción aniquiladora de las balas, los cañonazos, las bombas de racimo o los misiles teledirigidos”.

En cualquier caso, el daño cardíaco depende de la magnitud del estrés.

“Después de un terremoto, un tsunami o una gran erupción volcánica se ha comprobado que el número de ingresos en las Unidades Coronarias se dobla, incluso se triplica, respecto a una situación normal sin el contexto de la catástrofe y sus consecuencias”.

Doctor Carlos Macaya Miguel

“Esto se debe a dos momentos generados por la catástrofe: la fase aguda, cuando está sucediendo el cataclismo, donde se generan vivencias personales muy duras, y la depresión exógena que ocasiona a los individuos contemplar la devastación resultante de la propia catástrofe”, expone.

Por tanto, en un terremoto o en una desgracia familiar grave, como una muerte repentina, inesperada, se registran picos elevados de accidentes cardiovasculares; por lo que existe una relación directa entre las situaciones de estrés y el incremento de los casos de infarto.

Población civil en Ucrania huye de la guerra

La adrenalina disparada en la guerra de Ucrania

“Las personas que se encuentren inmersas en una guerra, donde lo habitual es vivir a merced de las explosiones, están sufriendo un grandísimo estrés físico y emocional, desencadenantes reconocidos del infarto de miocardio”, subraya el doctor Macaya.

El agente responsable del infarto es la hormona catecolamina, básicamente adrenalina, cuya función, en un principio, es defender el buen hacer del sistema cardiovascular.

“La catecolamina aumenta de forma brusca la frecuencia cardíaca o la presión arterial para controlar el estrés; pero, a su vez, puede provocar que la sangre obstruya una arteria coronaria. Se forma un coágulo y, al final, es el desencadenante del infarto”, explica el cardiólogo.

En una guerra el sistema cardiovascular entra en pánico a todas horas, de día y de noche, a la espera del enemigo y sus bombardeos, con los oídos en alerta constante o los ojos horrorizados por la destrucción y las llamas.

“La descarga de adrenalina hace que nuestro sistema cardiocirculatorio esté excitado al máximo, que los hipertensos acentúen las cifras de tensión arterial o que los corazones se taquicardicen sin control”, describe.

“Si además existe una enfermedad cardiovascular de base, hablamos de un disparador de infartos, ictus y arritmias, ya que las catecolaminas son muy arritmogénicas. No cabe duda de que la guerra produce una mayor mortalidad”, especifica.

Edificio destruido en la guerra de Ucrania
Incendio después de un bombardeo en un edificio de apartamentos ucraniano

En la guerra de Ucrania, como en todas las guerras, “esta mortalidad cardíaca, así como el aumento significativo de la patología cardiovascular en el conjunto de la población, queda oculta tras la irracionalidad del genocidio; un conjunto espantoso de muertes cruentas avaladas por gobernantes sin escrúpulos”, señala.

Sin la guerra presente en nuestras vidas, el 12% de las muertes naturales en la población se producen de forma súbita: un 88% de ellas son de origen cardíaco (el 80% por cardiopatías isquémicas, el 15% por cardiopatías estructurales y un 5% por cardiopatías arritmogénicas).

En el caso de Ucrania la mortalidad cardiovascular se acentúa por sus hábitos de vida en el pasado.

“Según diferentes estudios presentados en la Sociedad Europea de Cardiología, los datos epidemiológicos de muertes prematuras por accidente cardiovascular era de hasta veinte veces más en Ucrania que en países como Francia, Grecia, Italia o España, donde impera la dieta mediterránea”, apunta.

En nuestra manera de vivir es, precisamente, donde podemos atajar el ataque cardíaco y la muerte súbita.

A nivel global, alrededor del 20% de las personas que sufre un infarto muere durante las dos primeras horas sin llegar al sistema sanitario, algo prácticamente inalcanzable, por ejemplo, en la ciudad ucraniana de Mariúpol, sitiada y bombardeada sistemáticamente por el ejército ruso.

“Los pacientes cardiópatas en Ucrania van a sufrir mucho más la enfermedad cardiovascular, sobre todo ante la falta de medicamentos y más aún si, como al resto de sus compatriotas, les faltan alimentos, agua y pasan frío”, plantea el Dr. Macaya.

En este sentido, cabe añadir que la OMS ha contabilizado hasta el momento 62 centros hospitalarios bombardeados por la Federación Rusa gobernada por Vladímir Putin.

Bombardeo del Hospital maternal de Mariúpol en la guerra de Ucrania

“¡En qué mente cabe destruir una maternidad o un hospital, donde tienen que ir a dar a luz las mujeres o curarse los enfermos… Cómo es posible que fallezcan pacientes en sus camas o médic@s y enfermer@s trabajando a destajo para salvar vidas!”. Demanda el Dr. Carlos Macaya

Evitar estas situaciones en Ucrania o prepararse para no tener una respuesta desmesurada o descontrolada del corazón en una situación de guerra es un objetivo preventivo ciertamente difícil, como a buen seguro pasa con otras enfermedades (oncológicas, respiratorias, etc.).

Con todo, si la persona padece una enfermedad cardiovascular o ha sufrido ya un infarto debe tomarse correctamente la medicación pautada. Si tiene riesgo cardiovascular, como un paciente diabético, también es conveniente que se tome la medicación, sobre todo para la presión arterial.

“Este maremágnum de horror y muerte, la guerra, es evitable, por lo que debemos acabar con esta catástrofe humanitaria cuanto antes”, concluye el Dr. Carlos Macaya Miguel.

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