Puede sonar bastante paradójico, pero lo cierto es que es así. Las dietas para adelgazar, lejos de ayudarte a perder peso de forma definitiva, pueden producir cambios negativos en nuestro cuerpo que nos acercan a la obesidad. Así, por más contradictorio que suene, hacer dieta puede hacerte engordar. Te contamos, todo esto y mucho más en el presente artículo.
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Las dietas para adelgazar puede que no sean tan milagrosas como parecen
Las dietas, por norma general, aminoran la cantidad de comida que nuestro cuerpo ingiere. Y, en algunos casos, limitan considerablemente las calorías estresando a nuestro organismo y entorpeciendo la relación con la comida. Una dieta excesivamente estricta, puede provocar justamente lo contrario: al acumular tanta ansiedad por la restricción de calorías, es mucho más fácil que caigamos en atracones alimenticios u otras conductas peligrosas. Por poner un ejemplo, comer a escondidas o intentar compensar cuando comemos algún alimento insano. Todo esto, puede elevar el riesgo de sufrir trastornos de la conducta alimentaria.
Por esta razón, las dietas empeoran nuestra relación con la comida. Especialmente, si finalmente nos provocan frustración y originan emociones que pueden condicionar negativamente nuestras decisiones nutricionales.
Considerar una gran cantidad de alimentos estigmatizados, nos lleva a aceptar premisas paradójicas y absurdas a la hora de no tomar ni un ápice de ciertos alimentos. De esta forma, cuando finalmente nos permitimos comer algo que nos gusta, nos volvemos absolutamente locos. Y esto, genera una relación bastante tóxica con la comida, generando un atracón letal, conllevando a una retención de líquidos altísima, y odiándonos a nosotros mismos por haber caído en la tentación. No es un problema de fuerza de voluntad, en la mayoría de los casos, sino de planteamiento en la dieta para adelgazar que estamos siguiendo.
La dieta para perder peso perfecta no existe
De forma general las dietas restringen en gran medida nuestra alimentación y por eso, elevan los niveles de cortisol en el organismo generando estrés y ansiedad. Tanto el estrés como la ansiedad pueden influir en nuestras decisiones alimentarias perjudicando la calidad y cantidad de lo que comemos.
Se sabe que a mayores niveles de estrés, mayores son los deseos de ingerir alimentos calóricos y concentrados en azúcares, así como también el estrés promueve una ingesta excesiva de alimentos al volverlos más apetecibles y menos saciantes. Las dietas de carácter estricto van a provocar, tarde o temprano, la ingesta de alimentos de mala calidad nutricional y de esta forma, nos provocarán una ganancia de peso tremebunda.
Las dietas enlentecen nuestro metabolismo y producen efecto rebote
Tras la realización de dietas estrictas y la pérdida de peso rápida que éstas pueden ocasionar, se produce un descenso del metabolismo. Así como, también, una adaptación que implica la reducción del gasto de calorías cada día, elevando los niveles de leptina como consecuencia derivada.
Todo esto se traduce en que las dietas nos llevan, a largo plazo, a quemar menos calorías cada día. Puede ser verdaderamente frustrante que, siguiendo una dieta muy dura, veamos cambios poco significativos porque nuestro cuerpo ha entrado en estado de preservación energética. No existe la justicia vital, no todo esfuerzo conduce directamente a una recompensa y esto es importante que lo tengamos en mente. Las dietas más robustas y sólidas son las que mejor se pueden mantener en el tiempo, y necesitamos que podamos seguirla de forma constante en el tiempo.
Hay trucos para activar el metabolismo, en este artículo os explicamos algunos de ellos. Aún así, llevar a nuestro cuerpo a un estado similar por el tamaño desgaste energético, no es nada positivo.
No existen las dietas universales
Cuando perdemos adherencia en la dieta, estamos perdidos. Cuando nos sometemos a prueba y fallamos repetidas veces, con sucesivos rebotes, solemos pensar que no hay solución a nuestro problema de exceso de peso. Y pensamos que es una cuestión cíclica, que estaremos delgados X tiempo, pero que tarde o temprano recaeremos.
Por todo esto, mucho cuidado con las dietas que seguís. A esto me refiero a que internet está plagado de dietas de una calidad más que cuestionable. Y aplicar, de forma universal una dieta a todo el mundo por igual, carece de sentido por completo. Puedes dictar pautas nutricionales, pero no se puede marcar un desayuno concreto igual para una mujer que pese 60 kilos de 20 y que esté bien de salud, que a un varón de 63 años, 140 kilos de peso y diabetes.
Como podéis ver, sus realidades son totalmente dispares, y mandar pautas estrictas para públicos tan diferentes es pura basura. Por eso, recomiendo que consultéis a un especialista en la salud; y, en caso de no poder, tratad de informaros bien, adquirir perspectiva con todos los datos que podáis recabar, y tomad una decisión que no sea seguir a rajatabla la primera dieta que veáis.