El análisis molecular de tumores supone un antes y un después. Identificando las distintas mutaciones del ADN tumoral se obtienen tratamientos más específicos y mayor supervivencia.
Desde hace décadas, los trabajos para la prevención, diagnóstico y tratamiento del cáncer no han dejado de proliferar. Cada día se conocen nuevos avances en oncología, donde la innovación tecnológica juega un papel fundamental en la mejora de técnicas y procedimientos, permitiendo afinar el conocimiento de los tumores y, por tanto, adecuar los tratamientos a cada paciente oncológico alargando las expectativas de vida.
Sumado a esas tecnologías, y con el desarrollo de la medicina de precisión, en opinión de Mónica Granja, secretaria científica de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y especialista en el Hospital Clínico San Carlos, de Madrid, “es imprescindible destacar la importancia del diagnóstico molecular, que abarca distintos métodos, desde las pruebas de tinción inmunohistoquímicas más tradicionales, hasta las nuevas técnicas de secuenciación de ADN como los paneles de secuenciación genómica”.
Estos paneles, según detalla Granja, “identifican distintas alteraciones en el ADN de la célula tumoral que pueden contribuir a su crecimiento y para las que pueden existir tratamientos específicos con un impacto en supervivencia y una disminución de los efectos secundarios”.
El diagnóstico molecular permite utilizar técnicas mínimamente invasivas para detectar de manera muy precisa y en estadios muy precoces el cáncer. Se trata de identificar y analizar marcadores biológicos (biomarcadores) que pueden medirse objetivamente y ser evaluados como un indicador de un proceso biológico anormal, estado de una enfermedad o respuesta a un tratamiento.
Así, gracias a él se ha conseguido “cambiar la historia natural de determinados subtipos de cáncer de pulmón, mama, colon o melanoma, entre otros, mejorando de forma significativa el pronóstico y la supervivencia de estos pacientes”, comenta la secretaria científica de la SEOM. Sin embargo, y a pesar de los avances, es consciente de que queda mucho camino por recorrer, pues aún existen tumores “huérfanos en identificación de biomarcadores”.
En busca de biomarcadores oncológicos
La compañía española Genomica, es una de las empresas punteras dedicadas al diagnóstico molecular. Su trabajo se centra en diseñar kits -actualmente dispone de dos para cáncer colorrectal, tres para pulmón y uno para melanoma-, que detectan esos biomarcadores oncológicos y permiten elegir el tratamiento más adecuado a cada paciente. Es lo que se denomina diagnóstico de acompañamiento.
“Hay una serie de medicamentos oncológicos que necesitan, antes de ser administrados, que se haga un test de diagnóstico para ver si el paciente tiene una mutación genética y va a responder o no a ese tratamiento”, explica Rosario Cospedal, directora general de Genomica. De no realizarse ese test se corre el peligro de que el enfermo no responda al medicamento “porque tiene una mutación en su ADN y, además, tenga numerosos efectos secundarios; y al contrario, porque hay medicamentos que tampoco responderían si no se tuviera esa mutación concreta”.
Pero, ¿en qué consiste el diagnóstico molecular?
“Explicarlo es muy fácil porque es una PCR y ahora todo el mundo sabe lo que es por el Covid”, apunta la directora general de Genomica. Se trata de extraer una muestra del paciente, “que normalmente suele ser una biopsia o, en el caso de lo que llamamos biopsia líquida, sangre o plasma. De ahí obtienes el ADN del paciente, lo amplificas por PCR, logrando millones de copias de él, y detectas si ese paciente tiene una mutación; de otra manera sería imposible”.
En esa extracción del ADN del paciente oncológico y en el análisis de genes es donde la Clínica Universidad de Navarra (CUN) centra parte de sus esfuerzos, más allá de técnicas avanzadas de imagen “como la biopsia guiada por resonancia, aplicada en cáncer de próstata, o toda la tecnología relacionada con la medicina nuclear, fundamentalmente con el PET, que es de altísima resolución”, señala Antonio González, director de Oncología Médica de la CUN en Madrid.
Él mismo explica que lo más novedoso que han incorporado en el abordaje del cáncer “es poder hacer análisis de 500 genes en los tumores de los pacientes que se diagnostican o de aquellos que acuden a consultar a la clínica, lo que nos permite hacer un screening molecular de los tumores desde el principio”, con lo que se favorece el tratamiento y el pronóstico.
“Disponíamos ya de una plataforma de ciento y pico genes y ahora damos el salto a más de 500, poniéndonos al nivel de otras que hay en EEUU como la Foundation Medicine. Poder diagnosticar muy bien a los pacientes y darles lo que necesitan es el motor de nuestra actividad”, asevera el director de Oncología Médica de la CUN en Madrid.
En general, este análisis tiene aplicación en casi todos los tumores, “pero hay algunos donde tiene una aplicación extrema, como es el cáncer de pulmón donde se han encontrado más mutaciones de genes que llevan asociado un tratamiento. Probablemente sea la enfermedad que más se beneficie, aunque también el cáncer de colon y recto tiene un altísimo beneficio”.
Disponer de una diana molecular que tiene un tratamiento hace que el pronóstico de los tumores y, por tanto, las expectativas de supervivencia de los pacientes mejoren considerablemente. “Un paradigma es el cáncer de ovario con mutaciones de BRCA. A día de hoy, las pacientes con este tipo de cáncer tienen más supervivencia porque disponemos de medicamentos específicos frente a esa alteración, que son los inhibidores de PARP. Y esto ha hecho que se duplique la supervivencia”.
“Si en cáncer de ovario, estadios III y IV que es lo normal del diagnóstico, la supervivencia a cinco años sin recaer era del 20% o 25%, ahora hemos conseguido que la mitad de las pacientes a cinco años no recaiga. Aún queda la otra mitad, pero hemos duplicado las que están sin recaída. Es un ejemplo de cómo ha cambiado la historia natural de estos pacientes”, concluye González. Cristina Ruiz.