Todos los riesgos del clorato: la sustancia que hizo retirar varios lotes de refrescos del supermercado

No es la primera vez, ni probablemente será la última, que una multinacional retira del mercado varios lotes de un determinado producto alimenticio. Una de las últimas acciones de este tipo se llevó a cabo en el mes de enero, y la mercancía en cuestión era una de las bebidas más consumidas del planeta, la reina de los refrescos de cola. Y es que, la conocida multinacional, Coca Cola, sacó del mercado europeo varios lotes de sus bebidas, tanto latas como botellas. La razón que les llevó a ello fue la excesiva concentración de clorato que se detectó en ellas.

Si bien no estamos hablando de haber estado expuestos a un alto riesgo para la salud, lo cierto es que esta medida de precaución puso sobre la mesa de nuevo la seguridad alimentaria y su relevancia. Asuntos tan cruciales como los peligros que amenazan nuestra supervivencia o qué riesgos estamos asumiendo sin saberlo reaparecen tímidamente cada cierto tiempo dejando en evidencia la elevada vulnerabilidad en la que vivimos en cuestiones de salud.

Vaya por delante que las investigaciones acerca del clorato, su presencia en los alimentos, y sus efectos para la salud, revelan que se necesita grandes dosis de clorato o un consumo sostenido en el tiempo para ocasionar problemas de salud relevantes. En base a ello, uno infiere que la mencionada retirada de las bebidas de cola se produjo más por precaución que por un peligro real en la salud pública. Sin embargo, no deja de ser inquietante la razón por la que se tomó esta medida, ya que, si no hay peligro, ¿por qué se retiraron las bebidas contaminadas? Y, por otro lado, ¿qué es el clorato, por qué estaba en esas bebidas y qué efectos tiene su consumo en el organismo?

En primer lugar, veamos qué es esa sustancia cuyo peligro parece residir, como tantas otras, en la dosis ingerida. El clorato y el perclorato son productos químicos que provienen del ácido clórico y del ácido perclórico, y pueden encontrarse en los alimentos como contaminantes. Aunque están relacionados, su impacto no es exactamente el mismo. “Por un lado, el perclorato puede tener un origen natural, ya que se encuentra en algunos suelos y aguas, pero también puede ser causado por la actividad humana”, explica Mª Cruz Manzaneque, Secretaria del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunitat Valenciana (CODiNuCoVa), quien señala cómo el perclorato se usa en fertilizantes y en diversas industrias, lo que hace que termine en el medio ambiente como contaminante”.

Por otro lado, el clorato “se asocia a actividades humanas. Se emplea como pesticida y también aparece como un residuo en el tratamiento del agua potable, en la limpieza de instalaciones de la industria alimentaria y en la desinfección de alimentos vegetales”.

Así que, tanto el clorato como el perclorato pueden llegar a los alimentos debido a estos procesos, lo que hace que su presencia en la comida sea una preocupación.

Las instituciones fijan límites

A priori, la idea de que una sustancia que se emplea como pesticida y para la limpieza de las instalaciones industriales llegue a nuestro paladar y, peor aún, a nuestro estómago, no parece muy agradable. De hecho, es ciertamente preocupante. Sin embargo, en teoría no debería serlo. Y es que, tanto el clorato, como el perclorato, son sustancias conocidas y controladas.

Un consumo excesivo de cloratos podría provocar hipotiroidismo

De hecho, “en 2013 se comenzó a investigar el contenido de estos compuestos en los alimentos y establecieron unos límites de seguridad. Hay que tener en cuenta que la contaminación de los alimentos es debida a procesos de producción necesarios, por su presencia en fertilizantes y aguas de riego y como productos residuales en las desinfecciones con determinados productos clorados. Por lo tanto, -continúa la experta- para el perclorato se fijaron los contenidos máximos en diferentes alimentos, siendo el máximo para productos infantiles 0,01 mg/kg y para frutas y verduras, 0,05 mg/kg. En cuanto a los cloratos, se estableció un límite de residuo máximo de entre 0,05 y 0,7 mg/kg, según el producto”.

También la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) se pronunció al respecto y estableció una ingesta diaria de referencia de 0,3 μg/kg de peso corporal por día para el perclorato y 3 μg/kg de peso corporal por día para el clorato.

¿A qué nos exponemos?

Sabemos cuál es la horquilla de seguridad en la que se mueven las cantidades de clorato y perclorato para que no supongan un peligro. Ahora bien, ¿de dónde viene entonces la preocupación de los expertos? ¿Por qué ha sido necesario establecer esos máximos? ¿De qué nos están protegiendo?

Foto: Los alimentos que se pueden envolver en papel de aluminio y los que no. (iStock)

“Tanto el perclorato como el clorato han generado gran preocupación debido a sus posibles efectos adversos en la función tiroidea humana, ya que compite con el yodo por el transportador de sodio-yoduro, una proteína de la membrana plasmática que facilita la absorción de yodo en las células. Como consecuencia, – aclara Manzaneque- puede provocar hipotiroidismo, lo que podría afectar al crecimiento y el desarrollo cognitivo en fetos, recién nacidos y niños pequeños”.

Distintos compuestos, riesgos similares

El clorato y el perclorato no son las únicas sustancias que emplea la industria alimentaria en sus procesos de producción. Así, otros compuestos, como la melamina también pueden estar presentes en los alimentos “por el resultado de su uso en los materiales en contacto con alimentos, (artículos de plástico, revestimientos de latas, papel, cartón y adhesivos), como un producto resultante de la degradación de ciromazina utilizada como fitosanitario, medicamento veterinario, y retardante de llama o como consecuencia de la adulteración ilegal de alimentos y piensos”, apunta la dietista-nutricionista.

No es la primera vez, ni probablemente será la última, que una multinacional retira del mercado varios lotes de un determinado producto alimenticio. Una de las últimas acciones de este tipo se llevó a cabo en el mes de enero, y la mercancía en cuestión era una de las bebidas más consumidas del planeta, la reina de los refrescos de cola. Y es que, la conocida multinacional, Coca Cola, sacó del mercado europeo varios lotes de sus bebidas, tanto latas como botellas. La razón que les llevó a ello fue la excesiva concentración de clorato que se detectó en ellas.

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