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Las patatas son un alimento versátil presente en numerosas recetas, desde guisos hasta frituras, y destacan por su aporte energético gracias a su contenido en carbohidratos. Además, son ricas en vitamina C, potasio y fibra, lo que las convierte en un complemento nutritivo en una dieta equilibrada. Su aspecto normal es el de un tubérculo con piel medio rugosa, con manchitas, dependiendo de la variedad, y su interior es amarillo claro o blanco.
Sin embargo, pueden presentar características que generan dudas sobre su seguridad para el consumo. Entre las más comunes están la aparición de zonas verdes en la piel o en la pulpa y la formación de brotes, fenómenos que a menudo se deben a una manipulación o almacenamiento inadecuados. Estos cambios pueden resultar desconcertantes, especialmente cuando se desconoce su significado o los riesgos asociados.
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P. Díaz
Los expertos en seguridad alimentaria advierten que estas alteraciones no son solo estéticas. Las zonas verdes indican la producción de clorofila, un proceso natural cuando las patatas están expuestas a la luz. Sin embargo, este cambio también señala la acumulación de compuestos como la solanina y la chaconina, sustancias conocidas como glicoalcaloides que las plantas desarrollan como defensa contra plagas. En niveles elevados, estas toxinas pueden provocar efectos adversos en la salud, desde náuseas y vómitos hasta síntomas más graves en casos extremos, indican desde un artículo de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA).
¿Qué hacer si tus patatas tienen zonas verdes?
La recomendación general es clara: si las patatas presentan zonas verdes, deben ser peladas y, en caso de que también haya zonas verdes en el interior, retirarlas completamente antes de su cocción. Según la EFSA, el pelado puede reducir la concentración de glicoalcaloides entre un 25 y un 75%. Además, ciertos métodos de cocción, como el hervido o el escaldado, disminuyen los niveles de estas sustancias, aunque los resultados varían en función del procedimiento.
Lo mismo recomiendan desde el Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Si las patatas presentan zonas verdes, no es necesario desecharlas completamente; basta con retirar la piel, los brotes y las áreas afectadas, ya que es donde se concentra la solanina. Si todo el interior de la patata es verde, habría que desecharla por completo. A su vez, explican que, para evitar este fenómeno, se recomienda almacenar las patatas en ausencia de luz.
¿Y qué pasa con los brotes?
La presencia de brotes no implica necesariamente un riesgo para la salud. Retirarlos y consumir las partes sanas puede ser seguro, tal y como explica la farmacéutica (@infarmarte) en un vídeo de TikTok, siempre que no se detecten grandes cantidades de zonas verdes. Sin embargo, es importante ser especialmente cautelosos si las patatas van a ser consumidas por niños o personas con bajo peso corporal, quienes tienen mayor susceptibilidad a los efectos tóxicos.
@infarmarte ¿Patatas con brotes o verdes? #farmaceutica #consejos #patatas #papas ♬ sonido original – inFARMArte
Para evitar estos problemas, almacenar las patatas de manera adecuada es fundamental para evitar estos problemas. Los especialistas recomiendan conservarlas en un lugar fresco, oscuro y bien ventilado. El refrigerador no es el mejor lugar, ya que las bajas temperaturas pueden acelerar la conversión de almidón en azúcar, alterando su sabor y textura. Una bolsa de papel opaca colocada en un armario fresco puede ser una solución práctica para evitar la exposición a la luz y el calor.