Aumentar en 10 gramos la ingesta diaria de alcohol, el equivalente a una copa de vino o caña de cerveza, se relaciona con el riesgo de desarrollo y progresión de la miopía.
El aumento de 10 gramos en la ingesta diaria de alcohol, lo que equivale a una copa de vino o una caña de cerveza, aumenta relativamente el riesgo de padecer miopía en un 5% , según la investigación llevada a cabo por investigadores del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra y del CIBER de Obesidad y Nutrición (CiberOBN), publicada recientemeOBNnte en Drug and Alcohol Dependence.
Covadonga Menéndez Acebal, primera autora de este artículo, explica que, según lo que se ha observado, “consumir más alcohol aumenta el riesgo de aparición o progresión de miopía. Esto es, las personas que consumen 10 gramos de alcohol al día tienen relativamente un 5% más de riesgo, en comparación con las que no consumen alcohol”.
Además, y según Menéndez, cuyos datos se encuadran dentro de su trabajo de Fin de Grado como alumna de la Facultad de Medicina de la citada universidad, los datos son iguales en personas que consumen 20 gramos de alcohol comparado con las que consumen 10 gramos al día.
“Encontramos un incremento lineal del riesgo. Individualmente, si se confirman nuestros hallazgos, una persona que aumentara su consumo de alcohol en 10 gramos al día aumentaría su riesgo de aparición o progresión de la miopía un 5% en términos relativos”.
Personas sin miopía y miopes
La miopía es un trastorno muy prevalente y una de las primeras causas de ceguera. Se ha demostrado que el consumo de alcohol es un factor de riesgo para muchas enfermedades y uno de los principales contribuyentes a la carga mundial de morbilidad.
Sin embargo, este es el primer trabajo que ahonda en esta relación, ya que “ningún estudio hasta ahora había evaluado la asociación a largo plazo entre la ingesta de alcohol y la miopía”, explica Menéndez Acebal, quien matiza que en el estudio se habla indistintamente de aumento o desarrollo de miopía. “Los resultados son en términos de cambio en graduación de un mínimo de 0,5 dioptrías negativas (miópicas), pero puede haber sido desde una persona previamente sana o ya diagnosticada de miopía con anterioridad”.
La investigación, dirigida por Alfredo Gea, ha evaluado a 15.642 graduados universitarios, reclutados entre 1999 y 2018 en la cohorte prospectiva dinámica española Proyecto SUN (Seguimiento Universidad de Navarra), y seguidos cada dos años mediante cuestionarios enviados por correo. “Se determinó la ingesta habitual de alcohol de cada uno de los participantes al inicio del estudio. Posteriormente, cada dos años se recogió el desarrollo o la progresión de la miopía durante el seguimiento”.
El análisis de los datos ha mostrado que la ingesta de alcohol se asoció lineal y significativamente con un mayor riesgo de desarrollo o progresión de la miopía: un aumento de 10 gramos en la ingesta diaria de alcohol, el equivalente aproximadamente a una copa de vino o una caña de cerveza, aumentaba relativamente el riesgo en un 5%.
“La magnitud de la asociación que encontramos no es muy grande, pero debido a lo común del consumo de alcohol, la importancia de la miopía como condición de salud y la novedad de esta evaluación, creemos que estos hallazgos son de relevancia”.
El análisis se ha llevado a cabo en graduados universitarios, lo que implica que la franja de edad es bastante amplia; en este la media de edad está en alrededor de 40 años. A pesar de que no se han realizado análisis valorando el riesgo según la edad de los participantes –se ha controlado la edad como factor de confusión: a igualdad de edad y otros factores, los resultados son un aumento del 5%-, Menéndez Acebal considera que sería interesante, observar cómo afecta a distintos grupos de edad.
“En la investigación comentamos particularmente la franja de edad de la adolescencia, que es el periodo en el que más variación hay en el desarrollo del ojo y, postulamos que, ‘a priori’, habría más efecto del alcohol. Sin embargo, estos aspectos deberían recogerse en estudios futuros, ya que en el actual no se incluyen menores de edad”.
A pesar de los hallazgos, la investigadora apunta que todavía es necesaria la confirmación de los mecanismos a través de los cuales puede ocurrir esta asociación, por lo que se necesitan investigaciones sucesivas para verificar los datos. “Los mecanismos que barajamos son bibliográficos y, a priori, plausibles biológicamente”.
No obstante, explica que hay evidencia sólida de que hay vías para que el alcohol llegue al ojo desde la sangre. A partir de ahí, “un mecanismo para miopizar el ojo podría ser la alteración en la matriz extracelular de la esclera -componentes como TGF-beta y cAMP-, que podría alterar la longitud axial del ojo incrementándola y haciéndolo, por definición, más miope. El estrés oxidativo es otro mecanismo que pensamos pudiera influir. Todo esto no son resultados de nuestro trabajo sino estudios previos que aportan luz sobre el posible mecanismo”.
Sobre las potenciales aplicaciones médicas de esta relación, señala que estos resultados se deberían contemplar con cautela, ya que es el primer estudio de estas características, por lo que serían necesarios más datos que confirmen los hallazgos.
“Un único estudio no es suficiente para recomendar una acción preventiva a la población. Sin embargo, hay infinidad de investigaciones que advierten sobre los daños del consumo de alcohol para muchísimos aspectos además de la miopía, con lo que limitar el consumo de alcohol de forma general no parece mala idea, sea para evitar el aumento de la miopía o para evitar el cáncer u otros riesgos asociados”.
Aplicación médica y salud cardioascular
Ante la conjugación de los potenciales beneficios de ingerir una copa de vino, por ejemplo, por sus efectos positivos sobre la salud cardiovascular, Menéndez Acebal, relata que el hecho de que “el alcohol repercuta sobre salud cardiovascular está extensamente estudiado y corroborado, por lo que los hallazgos de este estudio no lo contradicen y son, en principio, perfectamente conjugables.
“Ahora bien, a la hora de dar recomendaciones con respecto al consumo de alcohol hay que tener en cuenta todos los riesgos que conlleva y que los potenciales beneficios se limitan, sobre todo, a la franja de edad en la que aumenta el riesgo cardiovascular”. R. Serrano (DM)